sábado, 28 de abril de 2018
EL PARAGUAS COMPARTIDO
Hace tiempo subí aquí la imagen en la que se ve de espaldas a una pareja, hombre y mujer. Llovía, él lleva el paraguas que solo le cubre a él, mientras que ella, a su lado, se va mojando y trata de resguardarse en su foulard. Mi pie de foto fue duro con él, porque me parecía un perfecto ejemplo de egoísmo y del “ande yo caliente, y ríase la gente”. Desde luego no es mi forma de ir con mi mujer o con una amiga si llueve y solo hay un paraguas. Y no es que sea un dechado del no va más, que conste.
En contraposición nos topamos con esa otra fotografía de dos pajarracos, que más que pajarracos se trata más bien de dos seres con unos valores humanos, perdón, animales, que ya quisiera yo a lo largo de mi vida como los que ellos practican sin la menor duda a lo largo y ancho de la suya tan corta. Y les sale del alma, de su alma, animal, claro-claro, de su instinto, de su sensibilidad, pero qué instinto y qué sensibilidad tan envidiables para quien no ha entendido que llueva o no llueva, primero es la que llevas al lado y sacar todas tus alas, las que en ese momento lleves: un paraguas, un detalle, tus brazos, el corazón a flor de piel y los cinco sentidos abiertos para sin decir ni pío, mejor estar callado, como ese pájaro macho que cubre a su pareja que contempla, dichosa, viendo cómo llueve y es feliz dejándose arropar y querer. Y todo sin darse la más mínima importancia, le sale así, ya digo y repito: del alma, de ese instinto, que termina siendo la mejor de las lecciones para quienes, además de instinto, estamos dotados de una mente prodigiosa y en perfecto estado: la de saber dejarlo todo para estar ahí, quieto, mirando para otro lado, como quien oye llover, pero las alas bien extendidas, y toda el alma, para que no le caiga una sola gota de lluvia fría y destemplada a la que tenemos al lado.
Y se trata de dos pajarracos... ¿Se trata de dos pajarracos?
Nota no tan al margen: Viene a mí con fuerza lo que nos ha estado llegando “por tierra, mar y aire” según su mismas palabras, me estoy refiriendo a Cristina Cifuentes. Es grave lo suyo por muy alta que lleve la cabeza y esté satisfecha de su vida. Pero me preocupan su partido, su jefe de filas, la Sra. de Cospedal que tanto ha defendido lo indefendible, el fuego amigo matando, todos los que, y eran todos, la han aplaudido tan largo y tendido cuando ya estaba con la soga al cuello y los que tenían guardado el vídeo del hurto a mano limpia. Ojo, algunos llaman a esto “organización criminal”. Me preocupan, me indignan, me avergüenzan. Como “una manada” lo ha definido Julio Llamazares. Eso mismo digo yo. Y me uno a las mujeres, claro está, en el caso vomitivo y vergonzoso de La Manada y vomitivo y vergonzoso el pensar y sentir de uno de los jueces. ¡No es abuso, es violación! Me uno a las mujeres.
Me vuelvo a los pajarracos: nos dan una hermosa lección de humanismo, sí, he dicho bien: de humanismo.
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martes, 24 de abril de 2018
AUTORRETRATO SIN MÍ
Mi impaciencia este año se ha adelantado, porque en cuanto llegan abril y mayo y se acerca el final de curso para mis talleres de escritura creativa, comienzo a divagar sobre el próximo programa, su estructura total y las técnicas y tareas a desarrollar y a perfilar por dónde van a ir todas y cada una de las sesiones. Nunca quiero que me pille el toro. Pues bien, como digo, este año se ha precipitado mi forma de operar un tanto impaciente, al leer en dos medias tardes el libro brevísimo de Fernando Aramburu, Autorretrato sin mí, del que uno se enamora como ya nos sucediera a tantos y tantos con Patria, que va por la 27ª edición.
Y me he adelantado, pues de los 60 breves capítulos he escogido, nada fácil, 28, ya que valdrían todos para trabajar con ellos en los talleres del próximo curso. Haremos que cada capítulo nos logre emocionar, nos abra en canal, no creo que sea difícil, y en paralelo escribir guiados por la inspiración hacia donde nos lleven los buenos aires, en este caso los vientos y la fuerza de la prosa poética de este autor vasco, afincado, desde su juventud, en Alemania. Que alternaré, alternaremos, con algunos de los grandes temas de la literatura.
El libro es, todo él, una pequeña joya literaria llena de humanidad, buen humor, sensibilidad, compasión, emoción controlada al huir de la anécdota fácil y la pura retórica, elaborado por una prosa poética de largo alcance que te obliga a detenerte para saborear los muchos hallazgos literarios, las no pocas sugerencias y mucho derroche de honda memoria sobre el reducido escenario de uno mismo y su entorno.
Lo que Aramburu dice de la poesía en general se podría decir de su prosa: “Una prosa que acierta a fluir con maestría... Unos versos finos como hilos de cristal que pronuncio con cuidado, en voz baja, para que no se rompan”, hablando de las lecturas con las que despide los días.
No ha cumplido todavía los sesenta y me pareciera que anduviese por los ochenta, lo que me ha sorprendido, lo cual no obsta para que siga siendo tenaz con su obra y con su vivir en el mundo que le ha tocado. “No obstante, saberme perecedero, no hay día en que no reanude la tarea con la obstinación gozosa del niño qe escarbaba feliz, feliz de ser feliz, de levantar un montón alegre con su pala”, lo que me lleva a recordar la famosa anécdota en la vida de Sócrates, cuando se puso a aprender a tocar la lira sabiendo que muy en breve estaba condenado a beber la cicuta: “¿Para qué te sirve, Sócrates, aprender a tocar la lira si vas a morir?, le decían. Para tocar la lira antes de morir, respondió el maestro”.
Elegante y generosa es su manera de entender la vida: “Así como, al nacer nosotros, encontramos la música de Mozart, las fachadas de Manhattan o la poesía insondable de Vallejo junto a las dádivas de la naturaleza generosa, es elegante, es honrado y es de agradecidos esforzarse por añadir, antes de la hora postrera, algo valioso al mundo, grande o pequeño”. Y capítulos de antología, por decir algunos, porque podrían ser todos, los dedicados a su padre y a su madre, a Isabel su hija -“Un golpe brutal... Te lo debo a ti, Isabel, a cuyo lado, sin que te dieras cuenta, aprendí la compasión, aprendí poco a poco a humanizarme”, a su mujer “La Guapa” -“no hay dolor que le duela sin que a mí me duela, ni hay risa en sus labios que no me doble de alegría- al niño que fue y sigue siendo, al perro, a la primera bofetada, a sus manos...
¡Qué menos que leerlo dos, tres o más veces! Yo te aseguro que lo haré, y el lápiz en la mano.
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sábado, 21 de abril de 2018
SABER CONVIVIR CON LAS HERIDAS
¿Quién que se precie de humano no debe aceptar la multitud de sombras, achaques, errores, heridas y un sinfín de traspiés a la vista y en la sombra? Por ello hago mía esa frase espléndida del poeta catalán, Joan Margarit: "Una herida es también un lugar donde vivir."
Es así, por lo que es bueno y necesario aprender a convivir con los achaques que, a medida que vamos cumpliendo años, no son pocos, nos sorprenden cada mañana nada más levantarnos de la cama y son como el aviso de que seguimos vivos.
Aprender a vivir con las heridas es aceptar que se puede vivir y seguir luchando cuando remite el dolor y hasta cuando es persistente. La risa de los niños que sufren de cáncer, siempre me ha llamado la atención, sigue siendo contagiosa y el mejor de los bálsamos que alivia su dolor y el nuestro.
Contempla la imagen y observa cómo brotan de la grieta-herida de la pared plantas que adornan ese paisaje triste, gris y doloroso. El paisaje humano está lleno de estampas similares. Las heridas nos siguen y persiguen a donde quiera que vayamos. Conviven con nosotros y por fortuna la mayoría cicatriza y nos sirven únicamente de recuerdo de lo pasado, que ya pasó y nos gusta tocar madera para que no vuelvan. También el dolor pasa, como pasan los buenos y grandes momentos.
El dolor es dolor, como la muerte es aborrecible, no son un bien, y aun así, Fernando Aramburu, que vive con dolor la discapacidad de una hija, ha sabido sacar de flaqueza virtud: “Aprendí poco a poco a humanizarme... Te lo debo a ti Isabel, a cuyo lado, sin que te dieras cuenta, aprendí la compasión”. De su último libro: Autorretrato sin mí.
El Alzheimer es un tsunami que se lleva por delante lo más valioso del ser humano: la memoria, el uso del lenguaje, la autonomía y la capacidad de movimiento, pero puede acarrear consigo lo que termina siendo un milagro en los familiares que aprenden una nueva dimensión en sus vidas: el cuidado, la atención escrupulosa, la compasión y la ternura, hasta entonces acaso desconocidos y un tanto descuidados.
Ya lo sabes, por si lo habías olvidado, siempre la buena poesía saliendo a nuestro encuentro: "Una herida es también un lugar donde vivir", un nuevo tiempo para amar, otro espacio para dar lo mejor de uno mismo. Y tomárselo con calma para que lo que aflore sea más hermoso.
Nota no tan al margen: No confundir esa herida-grieta con las grietas que en estos momentos abundan en las instituciones españolas, las cuales no se tapan ni se arreglan con sostenerla y no enmendarla, caso Cifuentes, y menos sacando a pasear el ventilador más mugriento, caso Rafael Hernando, ni enredándose con torpeza, como la izquierda, en los peores momentos de la derecha, y para grietas las que está produciendo el procés catalán, con la ausencia del gobierno central, o el dolor de las víctimas por la locura de ETA, está bien que pidan perdón, algo es algo, pero que desaparezca ya, y para herida la muerte de un hombre sabio y bueno, el doctor Luis Montes, que sufrió la cacería de quienes aún no han perdido perdón, y si de grietas hablamos, el socavón de la Universidad Rey Juan Carlos. Pero dejemos esto, si te parece, y volvamos al fondo de la frase de Margarit.
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martes, 17 de abril de 2018
¿NADIE TE DA LECCIONES?
Me obligan a tocar el tema, y no quería, porque ya está bien de caer en la misma piedra, ya está bien. No aprenden, qué duros de mollera, que decían en mi pueblo, dirigiéndose, creo, a los del pueblo de al lado. Esta mañana ha sido Rajoy, aunque la inmensa mayoría de políticos, dice exactamente lo mismo, tropezando en la misma roca. “No acepto lecciones del PSOE”, ha dicho, mirando a su respetable, que ha batido palmas hasta morirse de risa fatua. Ni de Ciudadanos, ni de Podemos, ni de nadie, añado yo. Sí, hombre, sí, a ti, mi -no admirado- presidente, como a mí, como a todo hijo de vecino, nos da lecciones todo el mundo, y así debemos aceptarlas, lo que pasa es que te quieres hacer el listo, el sabio, el gracioso y te encierras en banda, en tu ombligo, y a fuerza de creértelo te va creciendo tanto que ya no se te ve, estás detrás, ignorándolo todo, ¡pequeños monstruitos! Y ahora ya no hablaba de Rajoy sino de todos, muchos, los que sueltan esa desdichada frase un día sí y otro también, que ya es delito.
¿No os dais cuenta, amigas mías y algunos amigos fieles, que casi todo lo que sabemos, aunque no sea mucho, se lo debemos a los demás? Me canso de repetirlo: ¿qué sería de nosotros si no hubiéramos tenido a nuestros padres, hermanos mayores, yo no he tenido menores, el primer maestro, don Julián, que usaba una vara de mimbre el condenado, ¡los tiempos! , pero que enseñaba como el gran sabio que era, y todos los que vinieron después, algunos tocando la excelencia, los amigos, los libros, las canciones, el cine, la prensa, la calle...
El día, ojalá sea más pronto que tarde, que todos los políticos estén dispuestos a aprender lecciones de quienes no son de su bando, esto habrá mejorado para poder decir: Esto no lo conoce ni Dios. Sí, mi querido Rajoy, Sánchez, Rivera, Iglesias y todos los demás. Sed valientes y decid lo que habéis aprendido de los demás, aun de vuestros adversarios. Reconocedlo de una vez, y dadles las gracias, veréis como prende la llama y esto se convierte en un país de gente más sabia, más honesta, más humilde y menos mediocre, menos patética, menos soberbia.
Y ven conmigo a buscarla, he puesto en el frontispicio de mi blog, en donde aparecen igualmente estas entradas de Facebook. Ya conoces su autor: don Antonio Machado:
“¿Tu verdad? No, la Verdad,
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela”.
Pues eso, lecciones de todos, hasta del más tonto, para empezar, y todos después, buscadores de la Verdad que no es patrimonio de nadie.
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domingo, 15 de abril de 2018
SI QUIERES LA PAZ...
No, no ha nacido ahí por generación espontánea ni porque las balas sirvan de mantillo para que crezcan las margaritas. Es lo que estás pensando: alguien ha puesto ahí esa flor porque, a buen seguro, le estaba hiriendo la imagen y trataba de enmendar la plana al dicho latino, si quieres la paz prepara la guerra, más bien: encender una humilde candela para iluminar la oscuridad, romper la fría y salvaje imagen de las armas mortíferas con una bella flor en todo su esplendor de luz y color, de mensaje luminoso y sonoro y poner una palabra cálida donde todo es cacareo insultante, sabor a óxido y muerte.
Si quieres la paz no pienses en la guerra. Ante las matanzas de adolescentes en Institutos de Enseñanza norteamericanos no se les ocurre a Donald Trump y los suyos más que armar a los profesores para prevenir muertes ¡qué barbaridad, para apagar el fuego más gasolina!, y así ante la violencia de los monstruos no quieras añadir más muerte, más palabras obscenas, más sangre, el viento de la venganza. Ese es el camino de la guerra pura, dura y abierta. Desde ese ángulo no hay salidas a la paz.
Si quieres la paz, prepara la paz, lucha por la concordia, la convivencia pacífica con las armas de la tolerancia, el respeto al diferente dejándole un espacio al lado de tu asiento, una porción de tu misma tarta, la búsqueda de espacios para una integración aceptando, reconociendo y valorando que esta porción de mundo que nos ha tocado en suerte, como el mundo entero, nos pertenece a todos, y el bien social y la supervivencia están por encima de la propiedad personal de cada uno, aunque nos duela y algunos no lo acaben de entender. Porque no habrá paz mientras la desigualdad sea tan hiriente y la injusticia campe a sus anchas.
Si quieres la paz, busca los caminos que conducen a la ciudad de la alegría, el buen humor, la buena vecindad, el deseo de degustar, entre todos, los frutos de la tierra, y aunque suene a utopía, saber que caminar hacia allí es el mejor modo de ir construyendo un mundo en donde jueguen lobos y corderos, sellen pactos partidos de muy diferente ideología, porque entienden, ya era hora, que son prioritarios los asuntos que más le duelen al personal a quien le agobia no llegar a final de mes, tener un familiar con grave discapacidad y no poder cuidarle como es debido las 24 horas del día y así sucesivamente si se pasa lista a todos los asuntos sociales.
Si quiere la paz, Sra. de Cospedal, no se gaste diez mil millones en material de guerra en el Ministerio de Defensa, cuando a su lado en otros Ministerios están con la soga al cuello, haciendo malabares y demasiados recortes.
Si vis pacem, para bellum, es una máxima latina que significa «Si quieres la paz, prepara la guerra». Atribuida erróneamente a Julio César, en realidad deriva de un pasaje del escritor romano de temas militares Vegecio, en el libro III de su obra Epitoma rei militaris, posiblemente escrita alrededor del año 390.
«Si quieres la paz, prepara la guerra». ¡Qué barbaridad! ¿No sería mejor esta otra máxima, más acorde con la sensibilidad de hombres mujeres actuales, que podría ser así: si quieres la paz, prepara la paz, trabaja por la paz, lucha por la paz y haz lo posible y lo imposible porque no surja la guerra?
Si quieres la paz, por favor, no armes a un niño. La segunda fotografía hace daño a la vista, a la razón y al corazón.
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martes, 10 de abril de 2018
¡QUÉ MIRADA Y QUÉ SONRISA, MAMMA MÍA!
Esta sonrisa, esta mirada y la serenidad de estos niños sacuden nuestras conciencias, aunque miremos para otro lado llevados por las prisas a nuestros afanes y círculos viciosos de los que no acabamos de salir si es que no nos metemos cada vez más en los más bajos fondos de nuestras particulares cloacas, preocupados de nuestras casas, nuestros coches, nuestros cachivaches, nuestras camisas limpias a diario, nuestras duchas cotidianas con su colonia de marca, aunque nos lo hayamos ganado a pulso bien trabajado y hasta muy honrado, lo que no quita para sentirse obligado a mirarse en esos otros espejos que nos lanzan esa mirada, esa medio sonrisa, porque es lo que nos puede salvar si somos capaces de que se queden a vivir entre nosotros.
Él sabe que está hecho de barro, y la tierra y hasta el lodo son sus fieles compañeros de vida y fatigas adelantadas para su edad, pero ya sabe que no hay más cera que la arde y debe seguir las huellas de su familia: poca comida, mucho sueño, futuro incierto y dado que los juegos son prohibitivos intenta jugar con el barro, su cuerpo y las trastadas que se inventa en el lugar de los sueños que mima con especial cariño y devoción.
Cómo no ver ni escuchar los versos del niño yuntero de Miguel Hernández en todos estos niños de todos los arrabales del mundo, condenados de por vida a su mala suerte injusta a todas luces: carnes de yugo, más humillados que bellos, perseguidos por los yugos de la miseria y los sueldos de la precariedad, lejos de la tarta que esta sociedad ha montado y tan mal repartida.
No debería pasar un solo día en nuestros paseos, meditaciones trascendentales, horas de yoga y duermevela... sin dejarles pasar, no para amargarnos la existencia, sino para saber que están ahí, que son de los nuestros, que nada de lo humano nos debe ser ajeno y más cuando eso humano está tan desprotegido.
Gracias, chaval, por estar ahí y mirarnos con esa sonrisa y esa mirada que, sin quererlo ni pretenderlo, nos interpelan y llaman a la puerta de nuestra sensibilidad, de nuestra conciencia y nos levantan el ánimo y hasta el alma. Ruego a todos los dioses de los cielos y la tierra que te conserven siempre esa manera dulce de mirar y de sonreír.
Nota no tan al margen: Hablando de risas y sonrisas me acuerdo de un comentario brillante de Javier Cercas sobre la risa tan diferente de Quevedo y de Cervantes: “Quevedo observa a los humanos desde arriba, con una soberbia a veces insufrible, y se ríe de todo y de todos, porque es capaz de ver lo peor incluso en los mejores; Cervantes, en cambio, observa a los humanos desde abajo, con una humildad militante, y, aunque también se ríe, se ríe con todos, quizá porque es capaz de ver lo mejor incluso en los peores”. A Quevedo se le admira, a Cervantes, en cambio, se le admira y se le quiere. La risa de este niño es, desde luego, cervantina. Pero siguiendo con risas, sonrisas y aplausos, nada como las sonrisas, las risas y los largos aplausos de este fin de semana pasado para bochorno del personal. ¡Qué desvergüenza, santo cielo!
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domingo, 8 de abril de 2018
LA FUNCIÓN DEL ARTE
Es de una enorme belleza, pero es más, mucho más que eso, es un grito de libertad, una defensa sin ataduras y una apuesta con valentía por que la mujer sea la dueña de su mente, su rostro, su cuerpo también al desnudo o semidesnudo y vestido de la manera que le plazca.
¿Cómo tener ante esta imagen un solo pensamiento retorcido, lascivo, pornográfico y enfermo a la postre, si destila por todos los poros ternura, perfección, armonía en medio de la desarmonía, en ese contraste tan potente e inquietante entre el rostro tapado y un pecho al descubierto? ¿Por qué escandalizarse con algo tan limpio? ¿No será que tu mirada, si es el caso, es poco limpia? Te recuerdo el pensamiento de otro artículo anterior: Si tus ojos te escandalizan no mires, y no ensucies lo que no sabes ver, es tu sucia forma de mirarlo todo. Insisto hoy también, antes de mirar, háztelo mirar.
Esa es la función del arte, descubrir lo que está oculto, sugerir mil lecturas posibles, contagiarnos con su belleza, a veces angustiosa, otras calmada como un dulce atardecer a orillas del mar o ante el cielo de Castilla, sacudirnos por dentro y por fuera, tocar las fibras más sutiles de la conciencia, lanzarnos a poner orden, concierto y decencia en un mundo en desorden, hipócrita e injusto.
¿Cómo seguir impávidos ante países que obligan a llevar el burka a sus mujeres, no poder salir de casa sin el consentimiento del marido, no permitir ir al colegio a niñas y adolescentes a estudiar..., y por nuestros lares, tener que soportar que las mujeres tengan que salir con el miedo en el cuerpo al cruzar la noche por descampados, calles céntricas o portales oscuros y si van vestidas a su aire y a su gusto sostener que nos provocan y piden guerra?
La foto no tiene desperdicio por su fuerza, por lo que habla y manifiesta, por lo que grita desde el silencio más absoluto, que es más grito, por toda su hermosura, que es mucha, por lo que nos interpela, por lo que nos está trasmitiendo a medida de verla sin prisas, mirarla con detenimiento hasta dejarla hablar y contemplarla hasta que haga nido en nuestro cerebro.
Nota no tan al
margen: La imagen es de la fotógrafa del Kurdistan iraquí, Niga Salam,
tiene 20 años y lleva cuatro recorriendo las calles en busca de
historias de acoso hacia las mujeres y hacia el colectivo LGBT. Y se la
está jugando con lo que dice y lo que muestra con su cámara: “El acoso,
los abusos y las violaciones está a la orden del día, además de los
matrimonios entre hombres adultos con menores. No tengo miedo a las
consecuencias. Por ser feministas se nos tacha de putas. Alguien tiene
que cambiar esto”, ha dicho. Tanto ella como el artista Azar Othman,
igualmente iraquí, han estado en Bilbao recientemente desarrollando su
trabajo lejos de su país en donde sería imposible mostrar lo que hacen.
¡Qué pena, y qué tragedia, a la vez! Pero su lección al mundo es
ejemplar e imparable. Gracias Niga, gracias, Azar.
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ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ
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miércoles, 4 de abril de 2018
GRANDES DE NUESTRO TIEMPO
Ha muerto el maestro venezolano, José Antonio Abreu, y a mí se me antoja llamarle grande y héroe de nuestro tiempo por haber llegado a lo más alto que puede llegar un hombre: haber sabido crear de la nada un inmenso Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, utilizando un método de educación y de acción y un instrumento, la música, como arma para salir de la pobreza. ¡Cómo contrasta con el país cercano en otra dirección radicalmente opuesta!, un sistema que facilita y fomenta a sus ciudadanos armarse hasta los dientes, para defenderse, dicen.
Todo nació, como nacen las grandes aventuras y conquistas, desde una humilde experiencia en un local paupérrimo con 11 primeros alumnos, para convertirse 40 años después en un movimiento musical que nadie podía imaginar: en 2015, según cifras oficiales, El Sistema abarcaba a más de 400 centros de música y tenía 700.000 músicos jóvenes. El 85% de los alumnos salidos de las capas más marginales. Una experiencia que ha traspasado las fronteras de Venezuela, para implantarse en Latinoamérica, Estados Unidos, Europa y Asia.
Pero ahí se llega con un método de hacer y una filosofía que lo sustenta, los principios y la forma de ser del maestro Abreu:
Un primer principio irrenunciable: “La cultura para los pobres no puede ser una pobre cultura”, principio que se hace realidad en ejemplos paradigmáticos en figuras como Gustavo Dudamel, uno de los grandes directores de orquesta en la actualidad -dirigió precisamente el Concierto de Año Nuevo en Viena, 2017-, Diego Matheus, Christian Vázquez o Jesús Parra, alumnos, todos ellos, del maestro Andreu, sin olvidar la ingente cantidad de músicos virtuosos que se han integrado en las grandes orquestas del mundo.
Desde niño se dejó impregnar del “efecto contagio”, cuando con diez años vio cómo una niña se sentaba en el atril de al lado, y por querer impresionarla ¿su primer amor? se aplicó. Algo que comprobaría más tarde y sentenció: “El hecho de sentarse en un atril junto a alguien mejor, me impulsaba a crecer”.
Entender que la cultura, la música, el arte en general, pueden conducir a un estado fundamental de identidad y dignidad: “Lo más terrible de ser pobre no es solo no tener para comer. Es no sentirse nadie”.
Su método, como señalan los críticos, austero, firme, carismático y las cualidades por él preferidas: “Ambición de liderazgo, musicalidad y oído perspicaz”.
Y su convicción más personal: "La música tiene que ser reconocida como un agente de desarrollo social, en el sentido más elevado porque transmite los valores más elevados: solidaridad, armonía, compasión mutua. Y tiene la capacidad de unir a toda una comunidad y expresar sentimientos sublimes."
Estas fueron sus armas, así la dirección de su batuta y de toda su obra, estos los resultados.
Nada mejor para finalizar esta breve reseña con las palabras de su alumno, posiblemente más aventajado, Gustavo Dudamel, a raíz de su muerte: “Honor y gloria eterna al maestro José Antonio Abreu, Seguiremos tocando, cantando y luchando por el mundo que el maestro Abreu soñó y por e
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ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ
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