Hay frases de las que no podemos pasar de largo, las diga el mayor de los filósofos y escritores o un futbolista que pasaba por allí un tanto despistado, o no tanto, porque la clavó. Es lo le pasó a Modric, jugador del Real Madrid, al despedirse: “No llores porque se terminó, sonríe porque sucedió”.
No me digas que no vale todo un imperio, más, porque los imperios pasan y esta frase queda. Y la necesitamos como agua de mayo en nuestras sequedades, quejas y lamentos en demasía y pareciera que estamos abonados al llanto y crujir de dientes, siempre lo digo te abres un poquito para lanzar alguna de tus dolencias y aparecen como por ensalmo cientos y cientos de intervenciones quirúrgicas, miles y miles de contratiempos y desgracias, y ya no puedes pararlas porque corren por una deriva sin freno.
No llores porque se terminó, sin darte cuenta de que todo tiene su principio y su final. No te des contra el muro. Todo pasa y todo queda, pasa la vida, tu vida, la mía y la de todos, pero queda la miga, la esencia de las cosas dejando huella y la materia querida para el recuerdo. No llores porque la memoria se encarga de recrearlo todo y regalarnos todo aquello como si lo estuviéramos viviendo de nuevo, y más si aquello mereció la pena y no se pudrió en el olvido.
“No llores cuando el sol se ha ido,
porque las lágrimas
no te dejarán ver las estrellas”, cantaba Violeta Parra. Y si el sol se fue nos quedan la noche y las estrellas que son tan bellas.
Y no sigas llorando porque lloraste mucho y lo pasaste muy mal cuando aquello sucedía. Ahorra lágrimas por si vienen más ocasiones torcidas, pero celebra en el intermedio y no te olvides de ello cada instante.
Sonríe, más bien porque sucedió, aunque terminara, y deja de lamentarlo, quédate con todo lo bueno y hermoso que fue sucediento y tú ya lo disfrutaste. Quédate con aquellos momentos inolvidables, felices, de plena satisfacción que le dieron hondo sentido al vivir.
Sonríe y agradece a quien corresponda que aquello tan hermoso acaiciera. Y es seguro que corresponde a mucha gente que algo o mucho tuvo que ver, porque nadie es una isla solitaria y a él no solo se le deben únicamente los méritos de lo dichosamente sucedido.
Aunque si hay que llorar, se llora, aunque seas el macho alfa de la manada, los valientes también lloran, y los ricos, y los más afortunados..., las lágrimas a tiempo generan bienestar, ternura, sensibilidad a flor de piel y deben ser bienvenidas.
Pero por encima de todo, reír, sonreír, para estar bien con uno mismo, con los otros y con la vida que nos ha dado tanto, tantas veces, y ha permitido que nos hayamos hecho a imagen de los dioses que no es moco de pavo ni futilidades de tres al cuarto. Sonreír porque sucedió todo aquello que te hizo tanto bien, y tantos momentos que se han quedado bien guardados en lo mejor y más querido de la memoria.
https://youtu.be/q6c7ev6GfsA?si=-vtuJHhMnABCSV76 Vanesa Martín - Un canto a la vida (Video Oficial