Astroj es un personaje de la obra de teatro de “Tío Vania” de Chéjov, que planta arbolitos sin que nadie lo vea “por el futuro, porque en algún momento ayudarán al bosque de Rusia”. “Un gran ejemplo de la virtud porque los árboles son una inversión para un futuro mejor, pero nadie sabrá quién los plantó”, ha escrito Marina van Zuylen, ensayista y profesora de literatura estadounidense, sobre el personaje de la obra de Chéjov.
Plantar para el futuro y sembrar y escribir y componer y construir y diseñar y soñar... en un mundo mejor y trabajar ahora para que así sea después, hasta la obsesión casi, para que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos hereden un planeta mucho más habitable y hermoso. Quizá sea una de las más bellas tareas, desinteresada e inteligente. Porque el futuro se construye ahora, hoy mismo se colocan los mejores cimientos, ahora mismo se plantan los bosques del mañana, y se limpian en invierno ¿eh?, y no importa que nosotros no los veamos, ni disfrutemos de ellos, ya vendrán otros y otros y otros, porque la cuerda no se rompe con nosotros.
El futuro se acerca irremisiblemente y ya lo tocamos con la punta de los dedos, ¿cómo no preocuparnos y sobre todo ocuparnos de él para que sea muchísimo mejor? Si abres bien los ojos, lo verás, y si pones los oídos bien atentos, dejando atrás todos los ruidos que nos despistan tanto, podrás escuchar el ruido sonoro de los cascos de los caballos recorriendo las praderas y los bosques de pasado mañana. ¿O no estamos, insisto, en que una de las más bellas tareas es dejar un futuro mucho más halagüeño y feliz para nuestros hijos, los hijos de estos y así sucesivamente? Esto se llama generosidad, olvidarnos por un momento de nosotros, y su carpe diem, porque el futuro ya está llegando y les pertenece aunque nosotros ya no lo veamos.
«El hombre que plantaba árboles» es un cuento alegórico, y delicioso, del autor francés Jean Giono. Cuenta la historia de los esfuerzos de un pastor para convertir un desolado valle en las estribaciones de los Alpes, cerca de la Provenza, en un bosque a lo largo de la primera mitad del siglo XX. Se creyó en su día que el relato era autobiográfico, y no es así, es un libro de ficción hermosísimo.
Pero no ficción es la aventura que llevó a cabo un vecino de Casasola de Arión, Valladolid, que conocí, y tuve el honor y el gusto de hacerle una entrevista para “La Voz del Aula”, una revista que hacíamos en la Diputación. El sueño del autor francés lo llevó a la práctica aquel hombre, jubilado, plantando almendros en las laderas del pueblo. Seguro que no pensaba en las almendras que podría comer él, le movía hacer algo por un paisaje futuro mejor. Y es seguro que hoy los almendros gozarán de buena salud.
Conclusión y reflexión final: El futuro, aunque no nos pertenece, es nuestro también y hay que cuidarlo y mimarlo para que lo disfruten los que vengan detrás.
https://youtu.be/FG0-cncMpt8?si=0Bnd1uLzwqKUFk_N Nick Cave - Into My Arms


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