“Llenan la calle de sentido y de vida”, así lo titulé con la foto de la izquierda. Recuerdo que gustó, pero no he seguido leyendo para no plagiarme ni repetirme. Y cuando he descubierto hoy la segunda imagen, he ido a ver la primera porque me parecía que eran la misma y si no, gemelas. La primera, real. La segunda, pura ficción, pura acuarela, fiel reflejo de la realidad y del arte, mucho arte, como mucha belleza en la fotografía primera.
Pero vayamos al grano: amarrados como dos adolescentes de la calle y de hoy mismo, y adolescentes, porque llevan consigo los niños que fueron, los jóvenes que vibraron con el fuego de su corazón alborotado, los adultos, maduros de haber aprendido tanto en tan poco tiempo. Pegados como lapas el uno a la otra y ella a él. Lentos porque hay mucho que disfrutar, paladear, degustar... con la parsimonia de los que ya no tienen que ir a todas partes, sino al mismo corazón de las esencias. Sin prisas, pero sin detenerse, porque hay que llegar hasta la cima que se lo propusieron.
¿Copió la realidad al arte o fue este quien plasmó lo que es real? Vete a dar, pero es cierto que siempre andan dando vueltas, atrayéndose como la flor y las abejas, el hombre y la mujer, la rocas y los percebes.
Y ahora ya podemos volver sobre ellos y fijarnos en lo que más importa, los gestos, el lenguaje de las manos, los brazos extendidos por el cuerpo del otro y de la otra como caricia apretada, la curvatura de la edad, la lentitud del tiempo, el bastón que sostiene al hombre, el hombre apoyándose en la mujer y sosteniéndola con mucho amor y enorme delicadeza, lo que se agradece tanto en estos tiempos todavía de machismo suelto, gamberro y asilvestrado.
Y ahora sí, para darle continuidad a las cosas, permitidme ver el comienzo y el final del artículo de hace unos años.
“Se necesita temple y mucha necesidad compartida, mucho aguante y no poco amor paciente y activo para, después de ¿60 años juntos?, continuar por la vida y por la calle así de enganchados, así de unidos y así de abrazados para que no quepa ni un resquicio de aire entre los dos”...
Y el final: “Nada me gustaría más que, al ver esa imagen, paráramos los relojes de la prisa y detenidos un tiempo prudencial, el necesario, hasta que lleguen a nuestro pozo más querido los recuerdos y en donde sabemos apreciar lo más hermoso de la vida, por ejemplo, esta pareja caminando, sosteniéndose, y abrazados como, acaso, nuestros abuelos y nuestros padres. No me digas que tiene precio esa imagen, porque no tiene precio”.
No tienen precio la una y la otra, dando hondo sentido a sus vidas.
hhttps://youtu.be/EOJ6aqhiZo4?si=ji0tfvEE- RELOJ NO MARQUES LAS HORAS AU MUSIC SAXOFON (Seguro que ellos le pondrían la letra)

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