martes, 2 de julio de 2013

CINCO PÁGINAS EN BLANCO



I
CUANDO LA PÁGINA EN BLANCO HABLA


Te he estado esperando 65 días, esto es, 1.560 horas o 93.600 minutos o 5.696.000 segundos, que ya son días eternos, horas interminables y minutos y segundos que ni te cuento. Miraba de reojo a la página anterior rellenita y satisfecha y no hacía sino suspirar, porque desde que te has aficionado al ordenador ya no te acuerdas de pasar a nuestro lado y dedicarnos tus momentos de inspiración, y esto duele, porque...

¿Qué hace una aquí, muerta de asco sin que nadie te escriba algo bello, inquietante, sorpresivo, inesperado que invita a seguir imaginando, viviendo, explorando?

Alguien que te mire y te diga: ¡hola!, ¿cómo te va la vida tan callada y tan en blanco?

Alguien que te toque con las yemas de los dedos y mejor si son las del alma que te dan vida y llenan de sentido el blanco que nada dice y nada vale hasta que la tinta corre pendiente abajo con signos que cuentan, palabras que despegan sentimientos, frases que cortan el aliento, párrafos que despiertan el sentir.

Me despertaba inquieta muchas mañanas cuando la luz del sol acariciaba los lomos de los libros y los cuadernos y me preguntaba si llegaría el momento de ver crecer la hierba de este pedregal en que me había convertido, porque da mucha emoción verte sembrada y advertir el aliento de una caricia, sentir el roce de la tinta que penetra en las venas y hace crecer la idea... que hace aflorar la rosa... que hace nacer la historia hasta un final sin final... el huerto con su cosecha pletórica, la soledad al fin sonora, el río sin cauce ahora caudaloso, la página en blanco como un  cielo lleno de bandadas de pájaros y un mar preñado de bancos de peces nerviosos de sentirse vivos.

¡Cómo no contar los días que parecen años y las horas que se hacen eternas, si nadie te mira y se pasea a tu lado por tus limpias avenidas sembrando de palabras tu paisaje yermo!

Pero ya descanso, me siento pletórica de vida y ya no miro de reojo a la página amiga y compañera con rencor e impaciencia. Permíteme, aprovechando el poco espacio que me va quedando, un consejo: no tardes tanto, dueño y señor, mi autor, mi amo, vuelve a las páginas en blanco y te sentirás bien, casi feliz, de hacernos mucho bien, casi felices, al vernos inundadas de palabras que sonríen, hablan al que se digna pasar por estos caminos y cantan por tu boca.

Ah, y un segundo y último deseo con insistencia: no demores tu venida y piensa que hay vida también tras el ordenador, aquí mismo, en las páginas en blanco de tus cuadernos.

4 comentarios:

jubilación viene de júbilo dijo...

¡Yo si que hace tiempo que no escribo!Pero sigo aquí, cerca y con cariño. Un recuerdo a todos los que os asomáis y a tí, Ángel.

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Gracias, amiga, por seguir ahí. Un fuerte abrazo.

El pastor de... dijo...

Sabes Ángel, hay otras páginas escritas, aunque no sea en papel blanco, que son olvidadas y sienten mucha pena, a mí me lo dicen, o yo creo que las oigo y escucho.

Un abrazo en su nombre y el mío.

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Claro, claro, aunque las páginas en blanco si siguen así no salen del mundo de la nada; a las que tú te refieres, Gaude, al final, les pasa igual si terminan en el mundo del olvido, pero un día fueron.
Ah, y mientras alguien como tú las recuede, viven.