sábado, 1 de septiembre de 2012

POBRE DEL GATO QUE NO TENGA GATERA 7


Está asustado y tiene miedo, alguien le ha dejado encerrado y los gatos y los perros nunca saben si el dueño no solo va a tardar poco o mucho sino si va a volver y, por eso, se vuelven locos de alegría cuando has estado algunos días ausente. 

Con poco serían felices: una gatera humilde y chiquita por donde salir al campo, corretear por los tejados, encontrar pareja en tiempos de celo y soledad... y volver cuando de nuevo haya fuego y calor en el hogar.

Porque ¿qué hace un gato negro (o un niño castigado, o una mujer maltratada, o un viejo abandonado) en un rincón pintado con ese color tan feo y deprimente? Por ello, si te acercas, más que una caricia, te dará un  arañazo y no es culpa suya.

2 comentarios:

El pastor de... dijo...

No vamos a entrar en discusión sobre quién es más, o menos, racional. Yo os invito a que comparéis la mirada de este gato con la de otros gatos libres. Dices, Ángel, que está asustado y tiene miedo. Yo veo algo más que eso. A este gato los seres, “racionales”, le han privado de su gatera y con ello su cuota de libertad, y no creo que sea culpable de nada. Solo es víctima de lo que otros seres entienden por racionalidad y justicia. ¿Se podría extrapolar? Dejémoslo ahí.
Un abrazo

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

De acuerdo, querido Pastor, aunque si se lee, entre líneas, el texto va en la misma dirección que tú apuntas.
Pasadas dos o tres gateras más saldrán algunas tuyas, atento para ver si tienes que puntualizar.
Un abrazo