Está asustado y tiene miedo,
alguien le ha dejado encerrado y los gatos y los perros nunca saben si el dueño
no solo va a tardar poco o mucho sino si va a volver y, por eso, se vuelven
locos de alegría cuando has estado algunos días ausente.
Con poco serían felices: una
gatera humilde y chiquita por donde salir al campo, corretear por los tejados,
encontrar pareja en tiempos de celo y soledad... y volver cuando de nuevo haya
fuego y calor en el hogar.
Porque ¿qué hace un gato negro
(o un niño castigado, o una mujer maltratada, o un viejo abandonado) en un
rincón pintado con ese color tan feo y deprimente? Por ello, si te acercas, más
que una caricia, te dará un arañazo y no
es culpa suya.
2 comentarios:
No vamos a entrar en discusión sobre quién es más, o menos, racional. Yo os invito a que comparéis la mirada de este gato con la de otros gatos libres. Dices, Ángel, que está asustado y tiene miedo. Yo veo algo más que eso. A este gato los seres, “racionales”, le han privado de su gatera y con ello su cuota de libertad, y no creo que sea culpable de nada. Solo es víctima de lo que otros seres entienden por racionalidad y justicia. ¿Se podría extrapolar? Dejémoslo ahí.
Un abrazo
De acuerdo, querido Pastor, aunque si se lee, entre líneas, el texto va en la misma dirección que tú apuntas.
Pasadas dos o tres gateras más saldrán algunas tuyas, atento para ver si tienes que puntualizar.
Un abrazo
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