No tengo muy
claro que quien llamó irracionales a los animales estuviera acertado, porque el
trato que he tenido con mis dos perras Linka y Luna me ha demostrado con meridiana claridad que
son muy inteligentes, a veces diríase que demasiado listas, siempre tiernas,
fieles, cariñosas, agradecidas y han demostrado con creces tener exquisita
memoria. Dicho lo cual vayamos a lo que nos ocupa:
Lección de un
gato joven (o maneras de salir a la calle sin armarla y sin que te la armen):
es elemental la virtud de la prudencia
que muchos humanos han perdido, primero una pata, ya que hay que asegurarse,
pues la calle tiene muchos peligros, demasiados deslenguados, violentos de tres
al cuarto, maltratadores de perros, gatos, mujeres, hijos y todo lo que se
mueva delante de sus ojos que no dancen a su aire macarra y matón... y cuando
estés mínimamente seguro sacas la otra, no sea que tengas que volver a la
guarida o llamar urgentemente a la policía a la primera de cambio cuando aún
hay tiempo, en el caso de que seas mujer. Y es entonces cuando sales a correr
la calle, pasear por el barrio, buscar pareja y amigos, arrimarte a quien
siempre tiene buenas pulgas, intentar dar calor en meses de frío, una caricia
en todo tiempo y lugar y siempre mirando lo que pisas y a quienes vienen con
malas artes para protegerte o si se acercan con buenas para protegerlos:
mismamente como este gato.
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