¿No dice nada un canto rodado desde su mudez innata? ¿Nada cuenta? Yo siempre he creído que sí. Y estarás conmigo que esas jóvenes hermosísimas, camino de una fiesta, dicen y hablan, cuentan y cantan. Parecen piedras de la calle, cantos rodados en la playa y en la ribera de los ríos y son mucho más que piedras y cantos gracias a la magia del arte y a la contribución de nuestra imaginación.
No importa que no tengan manos, pero aunque suene a paradoja, saben tocar y abrazar; ni pies, pero caminan ligeros camino del baile; ni cabeza, y la lucen hermosa, las cuatro; ni piel, y se arropan unas a otras con cierta elegancia; ni corazón, y vibran con emoción en amistad alegre y compartida. Pareciera que no..., y sin embargo está claro que saben arropar, dar calor, correr, pensar, trasmitir, latir con emoción y fuerza, cantar, porque es seguro que van cantando. Ay si las piedras hablaran, dijo el otro, y es que no había visto estas esculturas, este arte pobre en su forma y riquísimo de contenido.
Es todo un canto a la vida y a la belleza y uno que lo contempla se queda a gusto con la vida que se manifiesta en toda su hermosura plena de vistosidad, compostura y armonía y así anima a ir así por ella tratando de no desentonar.
Y uno viendo lo visto celebra de la vida, entusiasmado, y va gustoso y encantado de amante por sus caminos en casi todo.
La otra imagen, cómo me gustan los contrastes por cuanto enseñan, es dura, porque la vida es perra y a veces insoportable, y también cuenta, dice, habla, llora y grita si ponemos los oídos atentos y el juicio crítico y compasivo a punto, imagen del escultor sirio Nizar Ali Badr, dicen que es un hombre discreto, cómo no va serlo con los materiales tan pobres que usa para expresar su mundo plagado de violencia. Si te fijas bien en esa cadena que llevan al cuello, sin esfuerzo oirás el lamento callado, como un grito de desesperación lanzado desde el silencio obligado por el látigo. Los cantos en este caso cual mansos guijarros del camino cobran vida, se hacen voz, aliento doloroso y grito desesperado.
Me hallo en estas, preparando un trabajo para los talleres de escritura creativa en la que las cosas hablan, cuentan y dicen, cantan y gritan, desde su silencio encarcelado, y somos nosotros los que debemos escuchar primero y darles voz, después, prestársela, para que ellos en primera persona cuenten cuanto tengan a bien decirnos y contarnos. Y así el barro, desde el Génesis hasta la riada de Valencia, el mar del primer encuentro o del último, un banco en el parque o en la acera, las letras, los árboles, la hierba, la sal, el aire, las olas, las fotos familiares, el folio en blanco, la flor en una grieta del asfalto, un abanico, el espejo que nos ve cada mañana, la casa aquella... y esta..., es el índice inicial que se irá alargando a merced de la inspiración que llegará en su momento si me encuentra trabajando.
https://youtu.be/2sPC8HsXxik?si=4kdsP9rGGBuOXoIx Rameau : Les sauvages, "Forêts paisibles", Les Indes galantes (Piau, Abadie)
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