Resulta difícil salir a la calle airoso y mantenerse en pie con alegre desenvoltura ante la que está cayendo a diestra y siniestra. No está el horno para bollos, se decía, cuando la actualidad viene como viene, muy accidentada, a veces trágica y violenta, y nuestro mundo político polarizado hasta la náusea.
Y así la situación catastrófica de la zona inundada de Valencia, si miras detenidamente a los afectados, verás en ellos una mirada de lejanía al infinito y manifiesta y muy expresiva soledad. Y Mazón sin dimitir. “Y hasta la memoria de la gran calamidad de Valencia se desdibuja ya tras el ruido insufrible del canibalismo político español”, ha escrito en un artículo soberbio Antonio Muñoz Molina.
Y así la guerra de Putin con Ucrania, escandalosa e hiriente, por solo extender el territorio de Rusia y robar lo que no es suyo, aniquilando a gran parte de una nación y asesinando a sus habitantes, ¿o hay otros motivos?
Y así la guerra de Israel contra todos, incluido el genocidio a Palestina ¿o no es genocidio? que nos obliga a no olvidar lo que se está haciendo en Gaza, una destrucción bíblica, piedra a piedra, inocentes asesinados que pasaban por allí en paz y a sus asuntos cotidianos sin más delito que querer vivir. Y te da rabia de sentirte impotente.
Y así la monstruosa violación en masa a la mujer francesa Gisele Pericot con toda la carga criminal de convertir a la mujer “puta para todos”, mientras el marido prepara la escena y disfruta mirando y así hasta cien veces. El marido, responsable primero y principal de todas esas violaciones, crímenes execrables, y los 50 hombres que fueron pasando esas cien veces consecutivas. Monstruos todos. Una sola violación sería terrible, ¿pero 100?
Es duro mantenerse en pie y la conciencia tranquila ante estos hechos en los que tanta gente lo está pasando tan mal, viendo morir a sus familiares y amigos, destruidas sus viviendas, sus medios de vida, robándoles el futuro a corto, medio y largo plazo.
Es duro mirarse las manos, palparse la piel, y no poder parar estos desastres y estar dando calor a lo que viven en tiendas de campaña, sin casa y con un futuro harto endeble.
Es imposible mantenerse en pie, tratar de mirar para otro lado y no lanzar un tremendo NO que salve a este mundo como escribía Ángel Figuera en un bellísimo y conmovedor poema.
Me gustaría estar al lado de esa mujer que encabeza este artículo para estar a su lado en silencio. Está en pie y mantiene una mirada penetrante de profundo dolor.
Pero, ojo, no caigamos en el desaliento y en el catastrofismo, de otras peores o similares hemos salido. Aún queda la esperanza.
https://youtu.be/nO0dYRkppbg?si=djQO-yMx9Mbc6jOk J.S. Bach Arioso from C. 156 played by Susanne Beer and Gareth Hancock.
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