SILVIA PÉREZ CRUZ

 

Croniquilla apresurada - 26 de mayo de 2024

 

La sigo desde hace diez o doce años, desde aquel prodigioso “Veinte años”, a dúo con su padre, en un bar entre gente jugando a las cartas, y cuando finalizaron las dejaron sobre las mesas y les dieron un caluroso aplauso, qué menos. Esta tarde noche la hemos visto y escuchado en el Auditorio Miguel Delibes, el recital ha sido apoteósico, pocas veces he visto al público tan entregado y dando tantos aplausos y a la cantante tan feliz agradeciéndolo, acompañada de tres magníficos músicos con la que formaban un espléndido y entrañable cuarteto que se comunican con gestos de entrega y espléndido compañerismo creando un ambiente cordial en el escenario que hace muy cálida la estancia y el mundo se vuelve mejor contemplando tanta belleza.

A partir de la tercera canción hubo una entrega total entre cantante, músicos y público entusiasmado. Cada canción era un recital completo y el recital una sinfonía de luz y color, de conjunción de ritmo y palabra de mucha altura tanto de Silvia como de grandes poetas, como Pessoa, a los que pone música y pasión. Esta mujer está dotada de múltiples registros y de una magia especial. Solo conocía dos o tres canciones del nuevo disco que presentaba, por lo que habrá que ponerse enseguida las pilas como he hecho nada más venir a casa. Era necesario no perder el ritmo, el compás y la magia que nos había trasmitido esta mujer, a mi gusto una de las mejores y más grandes cantantes actuales, nada que ver con las Reinas por un día, aunque duren años, hechas por publicistas y gustos un tanto desvariados en donde reina más el negocio que la calidad.

Este es otro cantar, otro decir, otro entregarse y de qué manera. Lo dicho: un extraordinario recital y una cantante que merece todos los honores y la cantidad ingente de aplausos que se llevó esta noche en el Miguel Delibes, y como dice Jorge Drexler, una voz que marca una generación. Por todo lo cual no se puede ni se debe perderle la pista.

Nota no tan al margen. Sirva un solo ejemplo de letra, música dolorida, sentida y muy hermosa:

“Como la flor

Hay que romperse,

Salir y brotar

Verter la sangre al nacer

Sentir el viento al caer

Y el vértigo al vacío

Que te empuja a renacer”.

El disco, en efecto, es un regalo de los dioses, o mejor, quizá, un inmenso regalo de esta maravillosa cantante: Silvia Pérez Cruz. Muchas gracias, Silvia.

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