jueves, 4 de abril de 2024

NI SE SUBIÓ AL CARRO NI LO EMPUJÓ

 


Si estamos atentos, damos a la caza alcance, que decía San Juan de la Cruz, como el cazador, ojo despejado y activo, ya que cuando menos te lo piensas salta la liebre. Esta tarde estaba eligiendo música y canciones para el acompañamiento a mi Ventana Abierta de Cardenal Marcelo, para los talleres de escritura creativa, mis artículos de Facebook y Radio Colores de Palencia, muchos frentes abiertos, me parece, y debo estar despejado con la pluma apuntando como humilde aprendiz de caza, de juntar palabras para mis escritos, animador de sesiones con los ancianos de la Residencia, coordinador de talleres y sacar palabras en antena. Me gusta saludarlos con música selecta y canciones que van al corazón pasando por la mente exigente en tono, ritmo, melodía y, si es posible, buen mensaje y voz decente. Y en estas me salió Mayte Martín, a la que admiro y tengo como una de las más grandes. Escogí la canción “Vidalita” y “Guajira” acompañada por la bailarina Belén Maya. Para morirse de gusto. Eran mis dos piezas de caza, dos perlas-regalo para los sentidos y el alma, pero faltaba una tercera, por aquello de que no hay dos sin tres, y en esto, merodeando por las Redes, me aparece, precisamente, el muro de Mayte Martín con un breve-magnífico poema de Gloria Fuertes que no conocía. Lo copié y enseguida advertí que tenía que hacerle un comentario a mi aire. Me sentía obligado:
Me dijeron:
-o te subes al carro
o tendrás que empujarlo.
Ni me subí ni lo empujé.
Me senté en la cuneta
y alrededor de mí,
a su debido tiempo,
brotaron las amapolas.
Me dijeron: siempre nos están indicando el camino, con órdenes y voz de mando para tener que obedecer y seguir su rumbo sin que respeten ni miren al más nuestro. Menos mal que lo nuestro ha sido mejor, a veces, desobedecer.
No dejaban salida libre: O te subes al carro o tendrás que empujarlo. Y aquí viene la genial y rebelde Gloria Fuertes diciéndoles que va a ser que no, que ni lo uno ni lo otro. Ni me subí ni empujé. Una poeta tiene imaginación, ella marca su camino, su andadura, su andamiaje, y elige, con ritmo propio, rima cuando le parece bien, porque ella manda, en el poema y en su vida y se sienta a la vera del camino, en la cuneta, sentada. Y espera, con paciencia, porque hay que echarle tiempo a que llegue la inspiración, a que nazca lo que tiene que nacer y florecer, pero en su momento. No es bueno precipitarse como a veces los almendros para sufrir la dentellada mortal de las heladas. Y es así cómo, alrededor de mí mismo y a su debido tiempo, siempre en primavera, sin saber cómo ha sido y cómo ha venido, brotaron las amapolas. El regalo de la vida para su disfrute, estando donde debía estar, y ni subiéndose a ningún carro ni teniendo que empujar nada. Abriendo los ojos y el corazón a la belleza insuperable del rojo de la sangre de las amapolas. Y a su rebufo nació el poema. Grande, Gloria Fuertes, y rebelde, aunque no llegara a la altura de los grandes, que es seguro que eso no le importara lo más mínimo.
https://youtu.be/Ig9qRAFgDLE?si=AHaCN_d_fE8V3Xcb Vidalita por Mayte Martin y Juan Ramón Caro

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