Me gustan estas fotografías que van derechas al corazón pasando por la mente sin esfuerzo: Como dos colegas que se van contando sus hazañas particulares.
El viejo pareciera concentrado en su vida y sus muchos años y quizá en las muchas historias que contar.
El niño con muchas menos aventuras y más pendiente del abuelo y de lo que le va contando.
El otro, con todo el futuro por delante a cuestas.
Pero se han hermanado, y van ensimismados, que es lo que importa en este mundo harto individualista del yo, mi, me conmigo y del “he venido a hablar de mi libro”, que es lo que solo vale la pena para el que lo ha escrito, y de mi ombligo, que es lo único que me preocupa, hurra tracatrá...
La imagen refleja el mundo rico de las relaciones intergeneraciones en donde lo que impera es el yo más el tú: mayoría aplastante, y en donde manda la riqueza de la experiencia vivida a toda consciencia y la curiosidad por todo, porque está brotando la vida. Importa dejar hablar a quien más sabe de casi todo, porque la vida se ha llenado de años y de historias, pero es de una importancia capital preguntar al que está empezando a vivir y está del lado de lo más interesante: tener más preguntas que respuestas, poseer más dudas que certezas absolutas. Y dejarle hablar, porque está del lado de las incógnitas a punto de reventar, una mayor espontaneidad y un hoy palpitante digno de contemplación.
Uno, con el peso de la vida y las piernas, ya pesadas por la edad, que no perdona.
El otro, tan ligero de equipaje que hasta alas tiene para no dejar de volar en mucho tiempo.
Se complementan, se necesitan, y le están dando un color a la tarde que están haciendo suya, con mucho calor y sobre todo mucha calidez y alta armonía, y quisieran eternizar, lo que están logrando. Feliz viaje, amigos.
https://youtu.be/QjbClnL7KOI?si=46sU8cTFc9qMYhfi Cristina Branco: "O Laurinda, linda linda"
No hay comentarios:
Publicar un comentario