Cierra un momento los ojos después de ver la imagen y antes de abrirlos imagina a todos los pájaros exactamente iguales y al abrirlos compara lo visto con lo imaginado.
Los siete, todos pájaros, pero cada uno aportando su idiosincrasia más singular y, entre todos, conformando un armonioso y bello conjunto, que así es la vida cuando nos dejan, desde la máxima libertad, ser quienes debemos y podemos ser desde nuestra personalidad inquebrantable.
Por eso mismo es tan terrible que alguien de los nuestros, de nuestra misma familia, ¿o no formamos y somos todos los habitantes de la tierra, esta pequeña-gran aldea miembros de una gran-frágil familia? sea capaz de atentar, intimidar, insultar, maltratar a quien es de otra raza.
Y por lo mismo no deja de ser incomprensible y doloroso que, alguien de los nuestros: nuestras madres, hermanas, esposas, hijas, amigas, compañeras de trabajo, vecinos y vecinas, sean mal-tratados, por elegir diferentes opciones en las múltiples posibles formas de vivir la orientación sexual.
¿Por qué achicar lo que es amplio, diverso, complejo y tratar de encorsetarlo, obligar a que el mar sea nada más que un charco, lo plural y mil diversos matices de colores que puede regalarnos a la vista convertirlo en algo gris y solo gris, la y la complejidad de la existencia huyendo del papanatismo-populismo que hace decir: esto yo lo arregabla en cuatro días cuando llevamos entre todos trabajando cientos de años y no lo hemos logrado?
Y si la democracia es infinitamente mejor, o infinitamente menos mala, si quieres, que la dictadura, “en la cual (en mayor o menor grado) las instituciones ejecutivas, legislativas y judiciales son controladas por un solo hombre o por las fuerzas armadas que impiden cualquier forma de control democrático y social, es porque “la democracia es una forma de gobierno en la cual existe participación popular y en la que los ciudadanos pueden elegir y controlar, a los gobernantes que los representan”.
Así es el mundo que un personaje de Eduardo Galeano nos reveló después de haber subido a los altos cielos: “Un montón de gente, un mar de fueguitos. Fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende”. Pues eso. Eso somos, un mar de fueguitos, y no hay dos iguales. Esta es la hermosura y la grandeza de la diferencia. Me gustaría por ello detenerme, me alegraría que te detuvieras, para ver hoy solo los fuegos que alumbran, que dan calor y que hace que te enciendas, nos encendamos, dando luz y calor a nuestro alrededor y dejar para siempre los fuegos bobos que ni alumbran ni queman.
Pero ay, sabedores de su hermosura, cuánto nos cuesta llegar al fondo, cuánto les cuesta a algunos entenderlo y cuánta oposición violenta todavía a los diferentes. A los de esta última actitud no hay como decirles: Si uno de tus hijos o una de tus hijas son diferentes..., ¿qué haces?
https://youtu.be/yhE3hhKcpHI?si=NhQ-TPDtHxVzjtIz HEGOAK (Txoria Txori) Les Voix Basques
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