viernes, 29 de septiembre de 2023

BACALAO AL AJO ARRIERO

 



Hemos quedado ya solos los dos, para contarlo y recordarlo, yo he hecho joven al mayor, Mauro, porque murió cumplidos los 70 y yo voy con los 84 a cuestas, él sigue en pie, aunque anda despacio y como un pato mareado, Marcelo, mi segundo Dios, haciendo jóvenes a Lola que murió con 86 y a María con 88, no a Julia, que falleció este año con 94, porque él va camino de los 93. Pues eso, que ayer cogí el coche, le cogí a él de paso, y a Jorge, su hijo mayor, y nos fuimos a comer el bacalao al ajo arriero a Valderas, que es el lugar mejor del mundo para comer un bacalao que se sale, único, indiscutible e irrebatible, y ayer le gustó más que ningún día, “es imposible hacerlo mejor” decía al terminar, feliz y contento y nosotros con él. No es el que era, claro, porque se comía el mundo y bebía los vientos montado en el caballo con el que corría las cintas y cazaba perdices en verano, cuando estas se cansan al primer vuelo; anda muy lento y con dificultad y usa el andador por el patio de casa, porque orgulloso como es, ¿o es dignidad?, no sale a la calle con él ni a rastras; hay que vocearle para que oiga, es la herencia que nos dejó el padre que desde joven no oía nada de un oído y del otro, no mucho; siempre fue mi Dios, ya lo he dicho, bueno a decir verdad mi tercer Dios, porque el segundo fue mi padre, después de Dios, si bien cuando dejé atrás mi fe, pasó a ser mi padre, mi Dios, sensible al dolor humano, más que el Dios de los cielos, aunque ello, para los creyentes, suene a blasfemia, pero yo no noto que le importe el hambre del mundo, las guerras, los tsunamis, el achicharramiento en los incendios de mucha gente... y lo siento. A mi hermano lo recuerdo como si fuera ahora mismo, de la manera y modales que me enseñó a dar la vuelta a la trilla por la mañana con las tornaderas, un, dos, tres y vuelta, un, do tres y vuelta, con cierto aire de vals, y yo detrás siguiéndole, qué elegancia, y por la tarde con el rastrillo, uno, dos, tres y atrás, que tenía aire de tango, uno, dos, tres y atrás, o a mí me lo parecía y me lo sigue pareciendo; enormemente satisfecho cuando llegaban a la era de acarrear y me mostraba cómo le había quedado el carro, no tenía que verse ninguno de los palos del andamio, una obra perfecta y hasta bella, de la que estaba orgulloso; cuando bailaba con las chicas del pueblo o alguna forastera que se le metía entre ceja y ceja, alegre juventud-divino tesoro, y yo, aspirante a cura de aldea, lo tenía, ay, prohibido, manjar que tardaría tanto en probar, más largo que cien cuaresmas en línea recta se me hizo aquello; y como las buenas imágenes lo dicen casi todo, casi mejor que muchas palabras aleladas, y más cuando estas palidecen y son poco certeras, esa foto inicial es elocuente: él canta una de las suyas, se atreve con las primeras notas de la Tocata y Fuga de Juan Sebastián Bach o las primera estrofa de alguna canción de moda, no sabe más, pero les da un toque cómico que a mí me parte y le miro embelesado como solo se mira a quien admiras y adoras. Vuelvo sobre la foto y veo que no he exagerado nada. Le miro, insisto, como a mi segundo Dios, que es lo que siempre fue y aunque muy disminuido hoy, continúa siéndolo, y ya será por poco, ay, porque no vamos a ser eternos y volver y volver y volver a Valderas a seguir comiendo el mejor bacalao del mundo... Pero alguna vez más volveremos, lo prometo.
Y le dejé en su casa, más solo que la una, aunque lleva bien la soledad, él que ha corrido todas las fiestas y juergas hasta hartarse, quiere estar en casa, sin salir al Hostal, o al bar de al lado, que los tiene a cien metros, porque ya ni bebe, ni toma café y come más bien poco, pero se encuentra moderadamente bien y quiere seguir cumpliendo años con su soledad elegida libre y gustosamente. Lo que más le cansa es escuchar a los que todo lo hablan y huye de ellos como de la peste. Marcelo, mi pequeño dios, ya no te deseo larga vida, sino en la corta que te queda, que sufras lo menos posible y si sucede que ella viene a llevarte antes que a mí te aseguro que será larga mi memoria, no se olvida así como así al Dios que has sido siempre para mí.
https://youtu.be/x-zXfkV90fM?si=JhzyIdk61MHMsPem J. S. Bach, Toccata and Fuga D minor BWV 565 - Jean-Baptiste Dupont

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