jueves, 12 de enero de 2023

BUEN USO Y MALTRATO DEL LENGUAJE

 


Descuidar el lenguaje, hablado o escrito, es algo más que descuidar el lenguaje. Si no se lleva cierto ritmo en la vida te das de bruces y te puedes romper la crisma, además de no respetar y mimar la melodía armoniosa del corazón, la mente y los pies y las manos, que tan buen colorido y armonía dan a la vida. Y si el lenguaje, que dicen los sabios, nos conforma, no cuidarlo como es debido hasta el último punto y la primera coma, nos desfigura y nos convierte en vedaderos adefesios. Aprendimos de niños cómo el mal uso de la coma arruinaba las frases: “Señor, muerto está, tarde llegamos”. O, “señor muerto, esta tarde llegamos”. ¿Quién no se da cuenta de la diferencia que trasmiten los simples acentos y las humildes comas?
El sabio maestro, filósofo y profesor, Emilio Lledó, en su discurso de ingreso en la Real Academia dijo: “El lenguaje es ya un universo cuyas constelaciones, cuyo ritmo y movimiento, se ha transformado en el ser que somos, en las manos con que amasamos el mundo de las relaciones humanas, de las verdades y mentiras que podríamos fabricar con él”. Y añadió esto tan hermoso del simple y humilde rasgo de la ñ: "Me preocupa el destino de esa tilde semidormida que flota en el sueño, que acaricia en cariño, que sonríe en niño y que tiembla en España". Y se mudó en poeta al reivindicar esa tilde con vocablos tan hermosos como flotar, acariciar, sonreír y temblar.
Si no cuidamos el lenguaje, su buen uso, hasta los últimos detalles, ¿quién lo va a hacer? ¿El más simple del barrio, la tertulia radiofónica o televisiva, donde tanto se grita sin fuste, el Parlamento, en donde tanto se pierden los modales, el escritor de cuarta que se mete a escritor sin la más elemental preparación? ¿Quién? Tú y yo, todo el mundo.
Para llevar el ritmo necesario en la frase, para cargar de gentileza y armonía lo que debe ser bien dicho desde una mente serena, lúcida y ordenada. Para participar en la belleza y el orden del universo desde el más humilde de los rincones que te haya tocado en suerte. Porque si lo maltratas te estás maltratando a ti mismo, sin defender la dignidad que le debes y te debes y sin guardar las normas fundamentales para ir y venir por el mundo desde la más pura y primordial elegancia.
Poner la coma, por muy insignificante que nos parezca, en su lugar, porque en lo pequeño hay profunda belleza; el punto y coma, bien colocados en todo este párrafo, porque hago una enumeración en la que cada frase incluye alguna coma; los puntos suspensivos, que alimentan el sueño y el futuro por donde quieres transitar, pero, ojo, son tres, ni cuatro ni cuatrocientos; los signos de admiración e interrogación bien pegados a la frase, al principio y al final, distinguiendo unos de otros; las comillas, que son las guardianas de la moral, puesto que el plagio es robo claro y rotundo y son ellas las que dicen quién es quién y quién es su autor; y, para no hacerme pesado, así todos los demás signos que tienen su valía, su sentido y hasta su gracia. ¿Qué sería de la música si no contemplara los silencios? Hasta el pasodoble que parece todo seguido y facilón, y no digamos el tango o el vals bien bailados. Lo dicho: aire, ritmo, armonía, elegancia, orden, y buena compostura porque descuidar el lenguaje, hablado o escrito, es algo más que descuidar el lenguaje, es destrozarlo y algo de nuestro propio ser queda malherido. Y cuidarlo, porque su fin y su esencia están en comunicar, explicar, precisar, limpiar, relajar, reivindicar, despertar conciencias.
Fue Paul Valery, un gran poeta y filósofo francés quien dijo: “La sintasis es una facultad del alma”. Nada que añadir.
Lindsey Stirling - I Saw Three Ships //youtu.be/WCW2Ups96nc
https://youtu.be/k1t5ku466vY Cape Byron Celtic Dance - Australian Celtic Festival - Qué gozada verlas bailar con ese ritmo y toda la armonía y gracia del mundo. La adolescencia también es así. 14 de diciembre de 2022

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