domingo, 18 de diciembre de 2022

¿QUÉ HAY DE LOS BESOS NO DADOS?

 


¿Tenía quién lo ideó hambre de besos, deseos de buenas noches, de besos-buenos-besos para dar y recibir? Y lo acompañó con esta pregunta inquieta, inquietante, profunda de Víctor Manuel: "¿A dónde irán los besos que guardamos, que no damos?". Y alguien creó esa viñeta para estar alerta.
Vuelvo sobre el tema con mayor insistencia y extensión:
Eso, a dónde van, ¿al mundo triste de la nada, de los baúles vacíos, de los pozos sin fondo? ¿A dónde?
¿Y qué es de la flor en medio del asfalto pisada nada más nacer que ya no vio ningún paseante, ni el día ni la noche, ni el viento ni el agua del mediodía?
¿Dónde quedó aquel proyecto que solo era un sueño, una bonita idea, un gran deseo y antes de ser realidad ya había muerto su autor?
¿Dónde quedaron los besos no dados, los abrazos que guardamos para días de fiesta, los suspiros a punto de brotar que no brotaron nunca, la propina o aquel regalo que teníamos pensado dar y no dimos nunca ¿Dónde?
Estamos rodeados, nos tienen rodeados, y nunca fueron porque no les dio tiempo de nacer en perfectas condiciones, en anhelados momentos. Y se marchitaron antes de tiempo y murieron antes de haber nacido.
Y si no hay nada ya de los besos no dados, ¿para qué preocuparse y ocuparse de ello? Pues precisamente para enmendar la plana y darlos en todo tiempo y lugar, a favor o en contra del viento, antes de los tsunamis y después de que hayan pasado, antes y después de cada tormenta, casi siempre a destiempo, como cuando organizamos tormentas en menos que canta un gallo o en un vaso de agua o por naderías un tanto absurdas e infantiles.
En estos momentos recuerdo unos versos al inicio de un libro de poemas de Félix Grande, que leí hace mucho, y que no he olvidado, porque me pegó fuerte, y como no lo recuerdo textualmente me he levantado de la silla y he buscado el libro, la cita es esta: (Siéntate cómodo..., y relajada, son versos tremendos).
“Si no das plena hartura
a las demandas de tu cuerpo
los despojos
de tu carne famélica
aullarán sordamente
como hienas de sombra
por los siglos de los siglos
sin fin”. Aba-Ul-Agrib, que es el nombre de un poeta oriental que se inventó el poeta español Juan José Domenchina.
Fuerte, ¿eh?
Besos y abrazos, no dados, aullarán como despojos de tu cuerpo famélico. Pues claro. Un aviso para navegantes.
Y para dejar un buen retrogusto estos dos versos de la dulce, Dulce María Loynaz:
“El beso que no te di
se me ha vuelto estrella dentro”.
https://youtu.be/JRFPT7cnnYE Frederic Francois Chopin (?) – Alegría de vivir
(No te lo pierdas, ni que se lo pierdan los ojos y los oídos)

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