Es bueno y hermoso ir por la vida dando las gracias, en todo momento y lugar, y bueno ir perdonando a casi todo el mundo, porque ello ensancha el corazón y da alas a la mente para salir del pozo que nos cavamos a nosotros mismos con aire mezquino y rencoroso. Pero, ojo, porque estoy con la filósofa francesa Chinthia Fleury, cuando dice que “si algo es imperdonable es un escándalo perdonar”, por eso he matizado con: a casi todo el mundo, lo que me lleva en volandas a pasar revista, primero a mí mismo, ha habido tantas cosas imperdonables, yo al menos no me las perdono, intento mejorar el pasado con un compromiso de presente y de futuro más intachable, porque ya no creo que rezando un Avemaría pueda quedar limpio de polvo y paja, hasta feliz, y repetir la misma acción, y pelillos a la mar.
jueves, 3 de noviembre de 2022
¿PERDONAR COMO SI NO HUBIERA PASADO NADA?
Ahora sí, ya podemos salir a la calle de la historia, y dar un repaso -así se verán nuestros valores más apreciados- para no perdonar por nada del mundo, si no sería un escándalo perdonar a los dictadores del pelaje de Hitler, Stalin, Mussolini..., y los actuales Trump, Putin, Bolsonaro, que tanto daño y mal han perpetrado y siguen haciéndolo, más los malvados que en el mundo han sido, sin pretender que vayan al infierno, que ya no existe, al parecer, según los doctores de la Iglesia. “Doctores tiene la Santa Madre Iglesia que sabrán responder”, nos decían en clase de catecismo. Y han respondido. Pero no nos desviemos del asunto. ¿Cómo vamos a perdonar todo el desastre-masacre ocasionado en Ucrania, y si tras ello son capaces de arrojar bombas nucleares para que no quede piedra sobre piedra y vida humana en ningún sitio y vuelta a empezar por los inicios de la prehistoria? Y quien dice Ucrania, dice Vietnam, Palestina, los Balcanes, Siria, Etiopía, Yemen..., lo último de lo último. Y hablando todavía de lo nuestro más cercano, ¿cómo pasar página como si no hubiera pasado nada? Y no me vengan, no nos vengan con que quereros abrir heridas, porque estas siguen abiertas y hay que cerrarlas, pero sin pasar página, restituyendo, dando la sepultura que los familiares desean para que no sigan como perros en las cunetas. El pasado colonizador, junto al exterminio y toda clase de extorsión y robo a mano armada, hasta llenar las arcas de los estados invasores, solo se enmienda con un compromiso de por vida que debe concretarse en ayudar a todos aquellos que ahora huyen del hambre, la miseria y la guerra y piden plaza en este primer mundo que es de todos, y es la forma de blanquear el pasado y poder salir a la calle un pelín más airosos y mucho más limpios. Y que el Mediterráneo deje de ser el infernal cementerio.
Viene en mi apoyo esta cita: “Podemos tolerar un monstruo que no se nos asemeja, pero resulta intolerable uno de nuestra especie que tenga una conducta monstruosa y por lo tanto refleje nuestro lado oscuro. No perdonar a alguien que refleja la oscuridad de la que todos somos capaces nos defiende como especie. Negar el perdón es defender a la comunidad... Todo el que traiciona a la comunidad, a la pertenencia que ser parte de ella supone, merecerá ser anatemizado como mecanismo de defensa social... ”. Daniel Pina, ex-preso político. Médico especialista en Terapia Intensiva y psicoterapeuta dedicado al tratamiento de Trastornos post- traumáticos. Cómo no estar de acuerdo. Esa es mi opinión también. Y quede claro que para mí pedir perdón es como dar las gracias. Dos palabras claves de mi moral y de mi ética. Pero ese es otro cantar, bien distinto del perdón al que se refieren Chinthia Fleury, Daniel Pina y yo mismo en el corazón de este artículo.
https://youtu.be/8-JgXmbPtGY María José Llergo - Te Espera El Mar
Publicado por
ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ
en
15:11
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