Dos imágenes que son toda una cita con la vida y con uno mismo para disfrutar de la inmensidad del mar que siempre llama la atención y sorprende poderosamente, como para encontrarse con todo lo que nos bulle por dentro y aparece con más fuerza cuando estamos solos frente a la inmensa pantalla de fuera y dentro. El mar acoge, templa, sugiere, susurra, penetra en los intersticios del alma con su brisa refrescante y bienhechora, y no digamos en estos días de olas que se suben por las paredes de la asfixia. La soledad, cuando es elegida en libertad, serena el alma, sirve de refugio y potencia los interrogantes que nos persiguen de siempre y que ya va siendo hora de irles dando alguna respuesta sincera, si pudiera ser a la vez que contundente.
El mar ayuda a enfrentarnos a lo inmenso en donde no se divisa el fin del horizonte y a lo pequeño y minúsculo en un grano de arena de la playas de arena fina.
Y cuando somos capaces de buscar la soledad y tenemos la suerte de encontrarla estamos más cerca de escuchar los grandes problemas que nos atañen en su vasta dimensión y todo aquello que a primera vista parecen montañas y no son más que pequeños cantos rodados sin ni siquiera aristas hirientes. Sin olvidar que las cosas más importantes de la vida quizá sea llegar al centro de uno mismo, de ti misma, para ponerse en paz, olvidar las guerras que nos destruyen, como toda guerra, encontrar el mejor camino que nos lleve a lo mejor de nuestro yo más profundo y a las cimas más altas que siempre nos están esperando para llegar a ellas, y como algo sabios, despiertos y con la elemental y necesaria entereza debemos encaminarnos.
Si tienes el mar cerca, ayuda, pero no hace falta llegar tan lejos, si está lejos, el paseo cotidiano, las vistas mil veces vistas, sentados a la sombra de un árbol con sombra abundante, tu habitación más frecuentada, el sendero que más te seduce, aprovechando alguno de los asientos del parque que está vacío... pueden llegar a ser los mejores compañeros de viaje para el viaje que te está esperando desde hace tiempo a tu mundo interior, a tu mundo más querido, a tu mundo más necesitado.
Vuelve a las fotografías, lo estoy haciendo, toda una invitación a la calma y a la cita que te está esperando para dar respuesta a esos interrogantes que esperan respuesta, más la soledad, como la de la imagen primera invitan a ello y como la segunda al saludo de un nuevo amanecer.
Nada como el mar en calma y un espíritu que vibra y vive a ese mismo ritmo frente al ruido, la furia, el exceso de polarización y negar a los del otro bando el pan y la sal.
https://youtu.be/4rV0y4syKvQ Madame Butterfly. Coro a boca cerrada. Puccini.


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