jueves, 21 de abril de 2022

BUENA MARCHA Y PASO LIGERO

 


Ahí tenéis a un matrimonio bien avenido. Hay algo raro en la compostura de él, no es como solían ir los hombres, siempre a horcajadas, quizá es que le molesten esos cajones enormes que llevan y esté obligado a ir así contra costumbre. Ellas solían ir detrás, del mismo lado las dos piernas, bien agarradas a la cintura del caballero que era el que conducía la bestia. La mirada de los dos hacia la lejanía, él con la boca abierta, no se sabe por qué, boca cántaro era un mote de mi tierra, por grande sería, y abierta siempre, y ella, no sabemos si mira a la cámara o a algo que se mueve delante de ellos. Se sienten seguros porque la mula es de fiar, va concentradísima en lo suyo, las orejas atentas y en punta y el aire marcial y ligero, llevando, airosa, el perfecto compás de dos por cuatro. ¿A dónde irán? Tampoco lo sabemos. Sí vemos que van bien pertrechados de envases que valen para una buena carga de melones o diferentes productos de la huerta o del bosque, y ya de paso, con la cabra para que paste a su aire y suba a los riscos más empinados que es lo que más le va, hasta que se acaba el recreo y la llaman para regresar a casa, que volverá obediente, para ir de nuevo al paso de la mula.

La mujer ha dejado ya bien hechas y ordenadas las cosas de la casa como mandaba el protocolo de la época y tienen todo el día por delante para las tareas de la huerta, si es que es huerta a donde dirige sus pasos la mula.
Van erguidos, tiesos como un ocho, con la mirada en el horizonte, fija y bien puesta, sin titubeo alguno y decididos a cumplir la hermosa tarea del trabajo bien hecho para beneficio de ellos y los suyos, su sentido de vida, sin una queja y sin una mala palabra y un gesto malhumorado, agradecidos, como lo hicieron sus padres y sus abuelos, que de ellos lo aprendieron sin rechistar. Y a buen seguro ha comenzado a cantar ella y por lo bajines ha seguido él haciendo el dúo que puede, no de muy buena manera, pero con toda la mejor voluntad del mundo para seguir a su mujer, buena cantora en la iglesia y cuando se terciaba. Es un viaje más corto que largo, aunque tiene los aires de una larga aventura que rompe los límites de la monotonía de los días en los dominios del hogar donde todo era siempre reiterativo, dando lugar a pasar lista y hacer un repaso a las fincas de los vecinos y en qué estado de labor se hallan.
Volverán con parte de la cosecha y la alegría de la huerta o el majuelo en sus entresijos más profundos, con la satisfacción del deber cumplido y de las cosas bien hechas, que así lo aprendieron desde muy niños con la duda de si eso mismo les serviría a sus hijos tan lejanos de ese mundo que ven cómo va desapareciendo. Bien podrían ser mis padres o los tuyos. Les sobraba la cabra. En casa nunca hubo animales de esa especie.
Ajenos a los cambios, están viviendo con mucha dignidad lo que les tocó vivir y van como si fueran en el mejor de los Mercedes. ¡Otros tiempos! ¿Otros hombres y mujeres? Sirva este humilde escrito como homenaje debido. Eran de los nuestros.
https://youtu.be/y38mNrWjrqg María Lavalle - Milonga de pelo largo

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