jueves, 24 de marzo de 2022

POESÍA... ERES TÚ, O ALGO MÁS?

 

Llevado de la mano de Claudio Rodríguez, inmenso poeta, me propongo responder a eso tan difícil de definir como qué es realmente la poesía, lo poético, un poema para que sea verdaderamente poema y no unos ripios rimados. Y lo hago con el título de sus libros, algunos versos, más la definición de Machado y los aires de San Juan de la Cruz. Con lo que celebro en tu compañía el día de la poesía: lunes 21 de esta semana.
Para que haya poesía tiene que haber una “mirada atenta y contemplativa” del poeta sobre las cosas, los seres, el mundo interior de lo humano. Mirada y contemplación ensimismadas.
“Pues bien: el aire de hoy tiene su cántico.
¡Si lo oyeseis! Y el sol, el fuego, el agua,
cómo dan posesión a estos mis ojos”.
La poesía es “asombro” ante el mundo, desde lo más ínfimo hasta lo más sublime. Asombro porque:
“Todo es nuevo quizá para nosotros
El sol claro-luciente, el sol de puesta,
muere; el que sale es más brillante y alto
cada vez, es distinto, es otra nueva
forma de luz, de creación sentida.
Así cada mañana es la primera”.
Es “celebración” ante la belleza, lo hermoso y lo bueno.
Y por ello mismo es “canto” obligado:
“Miserable el momento si no es canto”.
Ritmo, música, fiesta, Cántico, que resume gran parte de la obra de Jorge Guillén.
Es “epifanía”: manifestación, creación poética que revela el don preclaro de la palabra virgen, en toda poesía que se precie.
“Siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas,
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ellas vida y labor propias”.
Los cuatro primeros versos de su primer libro, Don de la ebriedad, cuando tenía 17 años, que deslumbró a críticos y lectores y con el que ganó el premio Adonais, un libro que impresiona a Vicente Aleixandre.
Es “confundirse e identificarse” con la naturaleza:
“Yo quería penetrar, saber lo que es un árbol y poderlo expresar... Yo quiero convertirme, abandono mi personalidad y quiero convertirme yo en árbol, en el objeto del poema... Quiero ser yo el árbol”, llegó a decir el poeta en una entrevista.
“Es susurro, balbuceo”, “un no sé qué que quedan balbuciendo”, decía San Juan de la Cruz, canto y palabras musitadas al oído.
En toda buena poesía hay “alianza y condena”. En cuanto “alianza”, hay pacto, unión, solidaridad y acogida:
“¿Quién nos calentará la vida ahora
si se nos quedó corto
el abrigo de invierno?”.
Y “condena”: con sentido y juicio crítico, un NO a tiempo, el poeta se convierte así en un aguafiestas, pareciera que al margen de la vida y sus afanes, pero solo pareciera porque está comprometido con su tiempo: “Palabra el en el tiempo”, que dijera Antonio Machado, palabra, que me atrevo a concretar: aquí y ahora, en este mismo instante, como la esencia del haiku. “Lo que está sucediendo en este lugar, en este momento”, según las palabras de Bashoo.
“Si tú la luz te la has llevado toda
cómo voy a esperar nada del alba”.
La poesía está entre los pucheros, sobrevolando cerca de las cosas, en su misma esencia, en lo más cotidiano y en lo más sublime, arriba y abajo, poesía de la experiencia a fin de cuentas, repartiendo luz, compartiendo la palabra, y “una forma de resistencia”, como dijo el poeta argentino Juan Gelman. https://youtu.be/D_X0b0BmDIY Frédéric Chopin - Classique, Sonata no.9

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