Muerte, ¿Dónde tu victoria?
Nos parece a simple vista que quien gana, al final, es la muerte, y pudiera ser que solo en apariencia, porque a las pruebas me remito, con un solo ejemplo: Lorca desapareció ¿para siempre? porque le desaparecieron, fue asesinado, y le buscaron hasta el desaliento y el fracaso por las afueras de Granada, cuando se encontraba vivo, y muy vivo, en todas las bibliotecas del mundo. Porque Lorca vive, y de igual forma tantos otros.
Breves pinceladas sobre el asunto:
1.- Nos sigue los pasos allá donde quiera que estemos y nos dirijamos. Nos sigue y nos persigue sabiendo que gana siempre la batalla. O no del todo. Lee y verás. Es inútil pasar de ella porque vayas donde vayas, hagas lo que hagas, huyas de ella hasta el confín del tiempo y del espacio estará ahí, pero ya, menos mal, sin la imagen tétrica de la guadaña implacable. Frente al miedo, la mejor postura es darle cara, primero: verla con normalidad, está ahí, estará fiel a la cita, y en segundo lugar, apostar por la vida, con todas la consecuencias, para disfrutarla, enderezarla y prolongarla, creando y procreando.
2.- Entre la muerte y la vida, la vida lo es todo y la muerte, por mucha furia y terror con que se unce, no es más que pura sombra y su final termina en ceniza, polvo y noche oscura, y aun así: polvo enamorado que juega en la memoria. Se fueron, ley de vida y muerte, mas nunca se marcharon del todo porque están siempre en los rincones más preciados de la memoria. Primero fueron ellos: los padres, que abrieron el camino sin vuelta, y al decir que también ellos se fueron siempre se sube un nudo a la garganta que se agradece, porque es señal de que siguen vivos.
3.- Nacidos para la vida. Y en estas, llegó el filósofo, se encumbró sobre sí mismo y nos lanzó el bramido etéreo: “el hombre: ser para la muerte”, y tuvo que ser una mujer la que enmendara la plana: “los hombres no han nacido para morir sino para comenzar”, que es tanto como decir: engendrar nuevas acciones y nuevos seres, o lo que es lo mismo: los ángeles del universo nos están anunciando todas las mañanas la buena nueva: entre nosotros siempre está naciendo un niño, siempre está manando la vida. Sí, cada mañana están aflorando nuevas vidas y nos salvan de la muerte, mientras quede uno, solamente uno, para contarlo, que al final son muchos, nadie sabe hasta cuándo.
4.- Muerte, ¿dónde tu victoria? Solo si el olvido es nuestro único dueño puede ganar la batalla. Porque la memoria, insistamos, nos los devuelve y crea una piña en torno a ellos, y aunque ya no les llegue ni siquiera el eco de nuestros llantos o hermosos recuerdos, a nosotros nos hace bien, y la presencia que tuvieron a nuestro lado vuelve como un amanecer de abrazos y de besos. Si eres cristiano, crees que en Cristo está la vida verdadera. Y si la fe no está en tus dominios, crees que es la vida, que es más fuerte que la muerte, la que continúa la marcha imparable y se renueva cada mañana como el sol, como cada primavera, como la fuerza inmensa del mar..., las olas se rompen, se deshacen, pero constantemente vienen otras y otras y otras.
Y ya puestos, como de propina: 10 haikus bordeando la vida y la muerte
Ven cuando quieras,
está la puerta abierta,
las botas puestas.
No te des prisa,
hay cosas que saldar
como Dios manda.
¿Estás dispuesto?
¿Por qué me lo preguntas?
Es de mal gusto.
No viene a cuento
acelerar la cita,
no viene a cuento.
De nada vale
pretender ocultarla
si está ahí.
Tarda en venir,
la mesa ya está puesta
y el vino a punto.
Y cuando llegues,
festejen mis amigos
con luna llena.
Y siempre, siempre,
la vida por encima
cantando coplas.
Adiós amiga,
nos vemos cuando quieras,
¿quién dijo miedo?
Muerta una rosa,
capullos a la espera
para ser rosas... (porque la vida sigue...)
https://youtu.be/6qLY3SP73rM Rozalén - El Día Que Yo Me Muera


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