jueves, 10 de junio de 2021

APRENDIENDO DE LAS MUJERES

 

Siempre aprendiendo de ellas, aun cuando nos haya costado tanto reconocerlo, pero no hemos tenido más remedio,  toda vez que les llueven los premios con todo derecho:

Es Marina Abramovic, Premio Princesa de Asturias de las Artes, a quien escuchas con la boca abierta estas palabras sabias y frescas: "Es muy difícil mantener una carrera de 55 años porque siempre tienes que mantenerte tan curioso como un niño, reinventarte, tener el espíritu del tiempo en el que estás viviendo. Odio cuando los artistas de mi generación se cansan, deprimen y se quejan de que el arte está muerto. No tiene sentido. El arte es intrínseco al ser humano, es imposible que muera". O esto tan grande de la libertad: "La libertad es difícil de lograr y continuamente tienes que reconquistarla. Tienes que cometer errores, aprender de ellos, y adentrarte en territorios inexplorados con el riesgo de que te puedes perder".

Es Gloria Steinem, escritora feminista, premio Princesa de Asturias, quien siente un honor increíble de sumarse a una lista en la que están Nelson Mandela, Jane Goddall y Margaret Atwood, y añade que el humor es fundamental para liderar cualquier tipo de movimiento y que la risa es la única emoción humana por completo libre y ella en sí una expresión de libertad.

Es Silvia Abril, que no sé si ha recibido importantes premios, pero por su gran humor, su amplia risa y su saber estar en escena se merece muchos y justificados. Tiene el cometido en la vida de que la gente se lo pase bien, ahí es nada. Y hablando de la pandemia suelta que no queda otra que salir,  y esta joya humana y literaria: “vivir con la bandera del humor”, y uno que es un pelín leído, no había visto una expresión tan feliz como esta, la bandera al margen de los puños y pistolas, como seña de identidad que separa, aísla, ofende, defiende ideas abstractas y arremete contra personas concretas, de piel y huesos, como las que ondean con exceso de vehemencia que causan miedo. Sí, vivir con la bandera del humor, gracias doña Silvia.

Es Ana Luìsa Amaral, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, que cuenta entre risas, que su perra se llama Emily Dickinson, como la poeta estadounidense a la que ella ha estudiado,  traducido y admirado, y dice. “Que mi perra se llame como una autora tan importante para mí es la demostración humorística de que se puede escribir poesía sobre cualquier cosa. Es mi forma de unir la tradición literaria con la vida cotidiana”, y cita a Emily, cuando decía que “la poesía es posibilidad. Poesía puede serlo todo porque es una forma de abrirse a mundo y al otro”.

Y es mi admirada Aitana Sánchez Gijón, que rueda una película en la actualidad con Pedro Almodóvar y ha respondido así en una reciente entrevista: Durante el encierro, nos encontrábamos a las ocho de la tarde para aplaudir; intercambiábamos impresiones, nos cuidábamos, nos hacíamos favores… Me enfada o me irrita que no seamos capaces de extrapolarlo a niveles más amplios”.  Siempre he estado enamorado de ella desde la lejanía, claro está. Y como un fan adolescente cualquiera la tuve bien enmarcada en mi pequeño último despacho de la Diputación,  muy luminoso, con grande ventanales, y  no poco ruido, porque estaba abierto al murmullo y a veces a las voces de los colegas de trabajo. Como era una lámina de gran tamaño, que una amiga me regaló, sabía lo de mi admiración por ella, era lo primero que veía al llegar cada mañana, y me hacía bien. Es como si oyera de sus labios siempre amorosos, discretos, luminosos: vamos allá, muchacho, y que yo agradecía enormemente.

Siempre aprendiendo de ellas, y tan a gusto: de mi madre, la primera, y de mis hermanas, de mi mujer y de mis hijas, de mis muchas amigas y de mis alumnas, todas ellas tan aventajadas que se han convertido en mis maestras queridas, siguiendo, por derecho, gusto y mucho honor, siendo alumnas. Gracias, mis mujeres del alma.

https://youtu.be/tyBQ_EHEpqI  Russian Folk - Troika (balalaika)

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