lunes, 24 de mayo de 2021

SEXO EN LAS PERSONAS MAYORES

 


¿Nos atrevemos a romper el tabú? Vamos allá, comenzando con una extraña afirmación:
Hacían el amor todas las noches y no lo sabían.
Él lo llevaba mal, ella, sin embargo, bastante bien. Él no se conformaba con una vez al mes y cuando se pasaban dos, sin apenas tocar el paraíso, se subía por las paredes de la nostalgia y la tristeza.
Ella no llevaba la cuenta y en el calendario de los días y recuerdos se fijaba en otros muchos detalles y en algunos, para ella, más cálidos acontecimientos.
Y así pasaron bastantes años, hasta que él, persuadido de que era inútil darse contra el muro de las lamentaciones, se convenció de que no merecía la pena caer en la tristeza, la desgana y el rancio y recio marchamo de la raza, y que más valía sacarle a la vida lo que ésta con gran magnanimidad regala cada día y cada noche en dulce duermevela, aunque sea en pequeñas dosis y porciones de vida austera. Y así, hasta que llegó una noche en la que descubrió el mayor de los regalos para el cuerpo y descanso de la mente y del espíritu, y descubrió que el paraíso estaba allí plantado desde hacía muchos años y él casi sin darse cuenta y sin vivirlo y disfrutarlo a toda pastilla, perdiendo inútilmente el tiempo por no saber sacarle el máximo partido al sexo en edades avanzadas.
Y la verdad es que llevaban muchos años haciendo el amor todas las noches de forma relajada, tierna, intensa y casi plena. Ella solicitaba que él se diera la vuelta y le hiciera la silla, y él, solícito, se volvía con rapidez, le hacía más que la silla, un sillón cálido, cariñoso y reconfortante, se cogían la mano durante largo rato, mucho más duradero que lo que dura la relación de los sexos a la espera de la llegada del éxtasis, hasta que cansado de la misma postura, pero feliz, por el orgasmo (sin orgasmo) compartido, se volvía para dormir a pierna suelta con sus sueños y sus espacios más personales e ineluctables...
Él, a veces, desliza su mano despierta hacia “los pechos dormidos” de ella, recordando los versos de Lorca del romance de La casada infiel, y se detiene en ellos gozosamente:
“...En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos...”.
Y sucede que dejó para siempre aparcado el calendario, dejando asomar los mejores momentos, incluidos los de todos los días antes de levantarse de la cama y cuanto sucede entre los dos, disfrutando de todos sus colores y feliz por el descubrimiento tan placentero de estar haciendo el amor todas las noches, sin darse importancia ni tener que alardear en la barra del bar o la esquina de abajo.
Nota no tan al margen: Este sábado pasado, qué casualidad, vimos “Nosotros en la noche, una película hermosísima, que protagonizan dos gigantes del cine, Jane Fonda y Robert Redford, y es alma gemela de este humilde artículo que escribí hace unos días. Si estás en los 60, 70, u 80 te la recomiendo vivamente.
https://youtu.be/dU-OD5_Dxrs Jacques Brel - La chanson des vieux amants. Oh lala.
https://youtu.be/uz7jw45uelw FRANCO BATTIATO – La estación de los amores (1985) Molto bello.
 

 

No hay comentarios: