Estuvo con él unos días antes de que le asesinaran y unos meses después lo recordaba así: “Los que le asesinaron mataron una golondrina, heraldo de todas las primaveras”. Ella era María Lejárraga, la mujer sin nombre, él era Federico García Lorca, el poeta de todos y reconocido por todos, a pesar de algunos pocos, homófobos y recalcitrantes. Eran amigos, pero es que ella fue amiga también de Juan Ramón Jiménez, de Falla, Turina, Fernando de los Ríos, Victoria Kent, Clara Campoamor, Margarita Nelken, Cenobia Camprubí,... y trató con Galdós, Jacinto Benavente, V. Inclán. Con una personalidad infinitamente más rica que la de su marido Gregorio Martínez Sierra, empresario, director de escena, que brilló como escritor y solo su nombre aparecía en sus libros y libretos cuando eran los dos coautores, y, desde luego, ella el alma, al menos, de todos los escritos de ambos, una mujer excepcional, desconocida, olvidada y ensombrecida. Verdadero enigma, incomprensible misterio. Quizá revelado, sin pretenderlo, por Zenobia Camprubí, la esposa de Juan Ramón Jiménez, amiga de María, cuando dijo en un momento, tras el suicidio de una mujer por un amor imposible: “¿Por qué María? ¿Por qué seguimos pensando que nuestra vida no vale nada sin ellos?” Ahí quizá esté la respuesta al enigma y al misterio de LA MUJER SIN NOMBRE, que es el título que ha elegido la escritora Vanessa Montfort, para su novela, recientemente publicada, que he tenido el gusto y gozo de leer.
jueves, 27 de mayo de 2021
MARÍA LEJÁRRAGA,UNA DE LAS GRANDES
María de la O Lejárraga García (San Millán de la Cogolla, La Rioja, 1874 Buenos Aires, 1974), vivió por lo tanto 100 años, fue una escritora española, más conocida como María Martínez Sierra, pseudónimo que adoptó a partir de los apellidos de su marido, Gregorio Martínez Sierra. Esto se ha dicho de ella, y poco más, y de paso, que fue novelista, dramaturga, ensayista, traductora, feminista y, sin embargo, ausente de las portadas de sus libros. El nombre que leemos es el de su marido: Gregorio Martínez Sierra, quien recibía elogios en los estrenos de Canción de Cuna o los libretos de El amor brujo y El sombrero de tres picos, de Manuel de Falla. Ella que era la luz a la sombra de su marido, aun después de la separación. La dramaturga más importante del siglo XX. Lejárraga escribió, además, desde historias para niños hasta novelas y teatro de corte feminista. Algunos de sus títulos son Viajes de una gota de agua, Cartas a las mujeres de España, Gregorio y Yo y Una mujer por los caminos de España.
Tras la Guerra Civil inició un largo exilio, por Francia, México y Argentina, donde finalmente falleció en 1974.
De ella se ha dicho que atravesó todo un siglo y fue una de esas mujeres brillantes y pioneras de la Edad de Plata de la literatura española, que abarcó desde 1900 hasta la Guerra Civil. Novelista, dramaturga... y diputada al Congreso de la República por Granada. Cuánto estamos tardando en hacer justicia y en dar a cada cual lo suyo. Y cuánta injusta sombra se las ha hecho a lo largo y ancho de todos los tiempos, incluido todavía el actual, contra lo que se revela el lado femenino que todos llevamos, mal que les pese a los machos alfa, pero también el lado masculino por elemental justicia y sentido del deber. María Lejárraga, ujna de las grandes... desconocidas, ay
Es hora de recuperar su nombre y reconocer a una de las más destacadas autoras de su época. Por ello, bienvenida la novela de Vanessa Montfort que ayuda a ello. Bienvenida.
Nota no tan al margen: Sea igualmente bienvenida Sheila Blanco, compositora y cantante, que está dando voz en la actualidad, por toda España, a las poetas olvidadas del 27, a la que dediqué en su día un artículo, tras asistir a su Recital unos días antes del confinamiento. Acabo de escuchar una vez más su Recital y siempre es como si fuera la primera vez. https://youtu.be/sXfLbH3DyFY Sheila Blanco Roja, toda roja Elisabeth Mulder, Cantando a las Poetas del 27.
Publicado por
ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ
en
15:11
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