Cualquiera que se asome un instante a esta fotografía pensará que están escuchando al Papa de Roma y sus palabras inefables las están llevando a las más altas moradas del cielo, o a punto de ver en el firmamento una señal de la Virgen María, o escuchando una música celestial a tono con sus sonrisas angelicales y miradas embelesadas en lo alto compitiendo en santa lid. Podría hacerse hasta un retrato psicológico de cada una de ellas si se las mira con cierto detenimiento y un estudio sociológico grupal tan admirablemente unísono, pues no se da la más mínima mueca de displicencia, falta de interés o duda de cuanto están viendo y oyendo.
“Ese delirio místico, comenta Juan José Millás, dándonos la clave, está provocado por la presencia de Donald Trump, un personaje que, curiosamente, encarna todo lo que condena el Evangelio. Un político que odia a los pobres, a los negros, a los latinos, que separa cruelmente a los hijos de sus madres, que es misógino y machista hasta el tuétano, que no siente piedad ni compasión por nadie, que adora al becerro de oro, un hombre que miente más de lo que habla, que levanta falsos testimonios, que utiliza en vano el nombre de Dios...” Y se ha quedado corto, seguro que lo estás pensando.
Dicho lo cual se nos han caído todas las dudas y ha galopado a toda velocidad no entender tanta risa, tanto arrobo, tanta unanimidad y sí sintiendo una pena infinita de hasta dónde puede llegar el nivel de lo angelical, sinónimo de fuera de este mundo, de la sinrazón dado el nulo sentido crítico, de la obcecación al no distinguir los valores evangélicos de los antivalores más casposos, dañinos y amorales, de la falta más elemental de lucidez y raciocinio al no saber diferenciar lo sano, luminoso, solidario y buen gobierno de lo público y humilde, de lo enfermizo, lo sombrío, lo corrupto, el populismo de la más baja estopa, los intereses personales por encima de los de la ciudadanía y la fanfarronería típica del ególatra despreciador de todo lo ajeno y de los otros.
No, no esperaban un milagro, asistían a un mitin de Donald Trump. Y no puedo por menos de preguntar con cierta urgencia: ¿Hay en la sala alguien que lo entienda? Por favor, si lo hay y lo entiende, que nos explique, por favor, este sindiós, esta adoración al aire, este misterio tan difícil de entender como el de la Santísima Trinidad. Gracias. Yo siento cierta pena, cuando ahora se despierten y vean cómo su ídolo y su dios se les ha caído y va arroyo abajo al infierno que el mismo se hizo a su imagen y semejanza.
Nota no tan al margen: Para decirles al oído: Hermanas de la Caridad y Amor Hermoso o Madres Ursulinas de risa fácil y lerdo raciocinio, ¿no se habrán vuelto locas? Consúltenlo con su conciencia inmaculada y que su padre espiritual, o cualquiera que pase a su lado con un gramo de lucidez, las guíe por otros derroteros más acordes con los derechos humanos y el sentido común y solidario.
https://youtu.be/7APcNwhssXU Chabuca Granda - La flor de la canela. https://youtu.be/Q6RqgRfoAVs La flor de la canela. María Dolores Pradera. Dos versiones fantásticas de dos mujeres extraordinarias e irrepetibles.

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