Se nos van a hacer largos, sí, los próximos cuatro años, más que cien años de las cuaresmas de otros tiempos. Largos, pesados, tóxicos hasta la náusea a cada instante, al aire de la última andanada, bufonada, esperpéntica, cruel, ineducada del matón, furibundo adolescente, de patio de colegio, al que le falta un hervor, delincuente convicto, con un vicepresidente a lado haciendo una clara encerrona, repugnante y soberbia, como nunca se ha producido en la historia de los protocolos del mundo civilizado: la humillación más burda hacia el presidente de un pueblo soberano, cuyo dolor nos llega como la coz de un caballo percherón en la boca del estómago. No se merece esto Zelensky, nadie se lo merece, y menos el presidente de un país que sufre una guerra devastadora.
Cuatro años largos, largos, perpetrados por Donald Trump con sus seguidores fantasmales y feroces, de allá y de aquí, con Putin responsable de la guerra de Ucrania, ahora su aliado y amigo, en el lugar de lo que siempre fue Europa para EEUU, con Netanyahu, genocida sin escrúpulo, con la ira y la venganza por bandera, como si tuviera de su lado a Jehová ordenando y él obedeciendo, con las payasadas del hombre de la motosierra que regala otra y más brillante al hombre más rico del mundo, colocado por gracia del Rey, Dueño y Señor, en el gobierno todopoderoso de EEUU, con Meloni, Abascal, Orbán, etc, etc, etc. hasta el último de la fila y hasta que los mismos republicanos, avergonzados de tanta desvergüenza, digan basta ya.
Largos, larguísimos, cuatro años, con muchas víctimas, daños directos y colaterales hasta el infinito del horror con limpiezas étnicas, observando cómo se reparten el mundo y anmplían sus imperios. Trump: Groenlandia y Canadá. Putin, después de Ucrania, Europa entera si le dejan. Netanyahu, naturalmente, al menos, Gaza, y después lo que viniere.
Solo una Europa fuerte y unida y el resto del mundo libre y consciente del desorden mundial presente en cada puerta pudieran enfrentar a este nuevo orden-desorden absoluto que tenemos por delante.
Solo ha pasado un mes y el estilo de este nuevo gobierno tiene en un puño al mundo, sosteniendo el aliento con una vergüenza ajena inconmensurable.
Largos, demasiado largos estos cuatro años que ya están entre nosotros con la angustia hasta los tuétanos en cada amanecer.
Y no es ningún sueño de alguien que delira. Porque una nueva era ha comenzado.
Se nos van a hacer largos, larguísimos, cuatro años.
https://youtu.be/xns4Vkmt-u4?si=a668b0hAblocLzvT Wieniawski - Romance sans Paroles et Rondo elegant, Op. 09, Zuzanna Przystałowska - violin
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