miércoles, 5 de marzo de 2025

MACHADO Y GUIOMAR

 



Tuvieron que pasar más de 40 años para saber que aquello no era pura ficción y Guiomar un invento sutil-mental-apasionado del poeta. Y hay que saber que hubo mucho amor real y estremecido abonado con breves y sustanciosos encuentros, más 240 cartas de él y es de suponer que otras tantas de ella, en el espacio breve-largo de 8 años, que es lo que duró el idilio amoroso. “Su relación, cuya castidad afirma Pilar y certifican las quejas de Machado en muchas de sus cartas, quedaba limitada a citas semanales en Segovia o en Madrid (primero en los jardines de la Moncloa y luego en un apartado café cerca de Cuatro Caminos al que llamaban “nuestro rincón”); complementándose con un correo secreto, a razón de una o dos cartas por semana”.
La noticia fue dada por la propia Pilar de Valderrama cuando en 1981, se publicaron póstumamente sus memorias en el libro titulado “Sí, soy Guiomar“. Lo que se intuía en círculos literarios desde 1964 pasó a ser cierto, verdadero y real. Se amaban, platónicamente, sí, pero apasionadamente, también.
Pilar nunca olvidaría aquel encuentro, la cena en el hotel y el paseo nocturno hasta El Alcázar. Así lo relata en 1941: “No puedo expresar la emoción que tuve al encontrarme con él y estrechar su mano. Era el poeta tan admirado el que estaba ante mí, con su desaliño, sí, pero con un rostro bondadosísimo, una frente ancha y luminosa, una cabeza, en fin, admirable sobre un cuerpo alto, desgarbado y poco atractivo. Al verme, no supe qué pasó por él, pero advertí que se quedó como embelesado, pues no cesaba de mirarme y apenas habló para decirme cuánto sentía estar tan ocupado con los exámenes, que no podía acompañarme ni atenderme como sería su deseo. Añadió que dos días después terminaba su actuación en el tribunal y tenía que irse ineludiblemente a Madrid, lo que lamentaba, pues le agradaría verme y serme útil”. Y se estrecharon rápidamente una gran amistad y un bello amor.
Y así es como va aflorando desde las dos riberas una poesía de enorme calidad.
La de ella, propia de las mujeres poetas del 27, a la Generación que pertenecía, con la cruz de llevar a cuestas un amor imposible:
Este dolor y gozo que he sentido
es fiel reflejo de mi extraño amor:
que es un placer con mezcla de dolor
y es un dolor que lleva al gozo unido.
La de él, que ya nos sabíamos de memoria, salvando todo, con su pasión en versos eternos:
Tu poeta
piensa en ti. La lejanía
es de limón y violeta,
verde el campo todavía.
Conmigo vienes, Guiomar; nos sorbe la serranía
Canta ella:
Yo hubiera en el momento aquel querido
arrojarme en sus brazos sin temor,
y del dolor y gozo en el temblor
sobre su corazón haber gemido.
Canta él:
Porque una diosa y su amante
huyen juntos, jadeante,
lo sigue la luna llena.
Llora ella:
Llanto a un tiempo de pena y de alegría:
pena, porque en el alma me dolía
esa culpa de amor que cometí;
Siente hondo él:
A ti, Guiomar, esta nostalgia mía.
Goza ella:
gozo, porque en la misma culpa mía
mi feminidad toda le ofrecía,
y con dolor y gozo se la di.
Gozo tembloroso de él:
Guiomar, Guiomar,
mírame en ti castigado:
reo de haberte creado,
yo no te puedo olvidar.
Y uno, desde la lejanía del tiempo ya pasado y la cercanía de la admiración y el asombro, frescos aún, y por el amor a la poesía y a todo lo relacionado con el amor se sigue emocionando con ellos dos, con su poesía y sus encuentros de dolor y gozo.
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https://youtu.be/te6c6rCz2Lw?si=9F37mr6dW4HgnOeq Dolor y gozo Sheila Blanco – Poema de Pilar de Valderrama

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