martes, 24 de septiembre de 2024

¿LLEVARSE LA VIDA POR DELANTE?

 




Que la vida es breve, todos lo decimos con frecuencia, sabedores de ello, porque lo estamos constatando cada minuto, cada día, y cada año que cumplimos uno más. Es así, por ello se hace manifiestamente extraña la sensación y hasta el alarde de los jóvenes y no tan jóvenes olvidándose de esta verdad, y menos cuando se ponen ufanos atacando o riéndose o compadeciendo a la gente mayor y no digamos vieja o anciana. Celebro por ello esta frase que subrayé y guardé bien guardada de John Banville en “La guitarra azul” su gran novela: “Los jóvenes no son más que una versión temprana de los viejos y no deberían ser tratados como categorías distintas”. De la misma especie, efectivamente, y nada extraños, por lo tanto.
Merece la pena recordar, a este respecto, y retener el breve y muy comentado poema de Jaime Gil de Biedma “No volveré a ser joven”, que nos coloca frente al verdadero espejo, aunque termine tan mal, pero es que la cosa no termina nada bien.
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Tres estrofas, nada más, de cuatro versos cada una, y es suficiente. El poeta no se anda con rodeos y circunloquios evasivos y propios de una moralina hueca, con un contenido potente que va al fondo de la cuestión desde el primer verso, porque la vida, en efecto, va en serio, aunque no se comprenda desde el principio y ahí entra la juventud con su ínfulas de comerse el mundo en dos tardes y llevarse la vida por delante, pero no saben, ilusos ellos, y nosotros cuando lo fuimos, que la vida termina llevándonos a todos, ellos incluidos.
Ya está planteado el problema, y se insiste en una juventud que quiere pasar a la historia dejando huella, entre aplausos, porque lo de envejecer y morir no va con los jóvenes. Está lejano el día, y no es el momento, todo ello está en la dimensión de la ficción y el blablabla de los que dejaron hace tiempo su juventud, es la hora de pensar única y exclusivamente en el hoy. Lo que pasa es que la vida es tan breve..., como un suspiro, un relámpago fugaz, y cuando no te das cuenta ha pasado el tiempo y te ha llegado la vejez, y la verdad desagradable e irrevocable ha asomado: envejecer y morir, no hay otra, es el argumento de la obra que representamos todos, y nadie queda fuera del escenario.
El poema dice lo que nadie quiere oír y pone sobre la mesa la gran verdad, aunque duela y moleste. Es el único argumento, no hay otro.
No es nada acertado por ello tener como finalidad comerse el mundo, demasiado grande, ni llevarse la vida por delante, porque es al revés, es ella la que se encarga de llevarnos y es fugaz y huye demasiado deprisa, tienes 18 y a la voz de ya, con la rapidez del rayo te has puesto en los 92.
Nota no tan al margen: “La vida pasa a toda prisa, pero se queda para siempre en la memoria” es precisamente el segundo título del Cuaderno XXI en el que estoy para hablar de la vida breve y su huída a toda velocidad. No conviene olvidar nunca esa segunda parte del título que es lo que nos libera de la desesperación y el pesimismo más atroz. La vida nos arrastra en su huida desenfrenada, por eso es tan importante atesorar en la memoria lo más que podamos y vivir cada instante con intensidad.
https://youtu.be/IqP5gzPdNZ0?si=ZV6PhUO-Hebtk62B HAUSER & Pablo Sáinz Villegas - Spanish Romance (Live Performance)

No hay comentarios: