miércoles, 21 de agosto de 2024

SI DE VOLAR SE TRATA, IMITA A LAS ÁGUILAS

 


“Si quieres aprender a volar como una águila, procura no rodearte de pavos”.
Se entiende bien, ¿verdad? Y no hacen faltan rodeos ni explicaciones extrañas, sino ir de frente al tema.
Mal vas si quieres gobernar un municipio de 200 habitantes, una comunidad autónoma, un país, y sigues la senda de los Trump, Putin, Netanyahu, Maduro, Miley, Le Pen, Meloni, Abascal, y un largo etcétera de un mundo atolondrado y sin brújula. Para volar como las águilas hay que buscar otros modelos antagónicos, los ha habido y los sigue habiendo, pero nunca rodearte de pavos que no levantan el vuelo. ”Patéticos hombrecillos que hacen guerras, incapaces de ver un mundo que vaya más allá de la pelusa de su ombligo”, escribe así la periodista y escritora brasileña, Eliane Brum, en la prensa de hoy, refiriéndose a alguno de ellos, con la que no puedo por menos de estar de acuerdo.
Si quieres aprender a hablar o a escribir, escucha y lee detenidamente, escucha y lee a los mejores, no todos vuelan como las águilas, hay literatura vana, mediocre, que no aporta nada, y si de volar hablamos lo hacen como los pavos. Mal, muy mal. No pierdas el tiempo. Busca a los mejores. Los hay excelsos.
Si quieres llegar lejos, no imites a las tortugas y los caracoles, hay tantos ejemplos a seguir de los cientos como han brillado en los Juegos Olímpicos 2024, además de los miles de anónimos de todos los días.
Si quieres ser la buena gente a la que debes aspirar, la que todo hijo de buena madre desea, fíjate bien en la que no brilla, pero alumbra mucho y da calor suficiente para aliviar todos los fríos del mundo. Y aléjate de la gente retorcida, se la ve venir, o cínica, porque apesta, o sin escrúpulos, que tiene dos varas de medir o ve de maravilla la paja en ojos ajenos e ignora la viga de los suyos y en vez de iluminar la noche maldice hasta la luz del mediodía.
Hemos oído y leído mil veces que un niño necesita de toda una tribu para el desarrollo de todas sus capacidades y potencialidades y como sus ansias de volar, como lo hace el águila, son inmensas, todo será poco para creer en él, lo primero; mostrarle posibles caminos a seguir, no ponerle excesivos obstáculos, estar más del lado del sí que del no, aunque este también es necesario para su crecimiento personal, intentar que tenga el mayor cúmulo de opciones y de herramientas a su alcance a elegir, y rodearle de mucho afecto, mucha estima y una gran confianza. El camino es largo y sinuoso, y siempre necesitará el apoyo de los otros.
Esto parece sumamente fácil, ¿quién no va estar, si quiere volar, más cerca de las águilas que de los pavos? Pues, con hartísima frecuencia nos empeñamos en rodearnos de pavos y alejarnos de la elegancia, la excelencia, la lucidez de los mejores que son geniales en el arte de estar bien asidos al suelo que pisan y en los sueños que convierten en realidad de volar alto-alto. Ejemplos hay a millares en todos los ámbitos del saber y actuar.
Y de paso no olvidar esta perla que me he encontrado esta tarde leyendo, “Las sillitas rojas” de la gran escritora irlandesa Edna O´Brien que ha fallecido recientemente: “Una estrella se perfecciona en la oscuridad”, de la escritora y poeta estadounidense Marianne Moore. De la oscuridad suelen salir los mejores, las más luminosas estrellas y de ellas se aprende a ser, estar y vivir.
https://youtu.be/x5oGW6kv08A?si=4D97OfCLztAU_Neg Piazzolla- Oblivion Mario Stefano Pietrodarchi, bandoneon

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