miércoles, 7 de agosto de 2024

“No entres en espiral, evoluciona”

 


“No entres en espiral, evoluciona”. La Pizarra del bar Hipatia
Y ya van unos cuantos artículos a la luz de la Pizarra de Hipatia. Es el desayuno de la mente cuando voy por el pan y el periódico. Antes entraba a tomar café, pero desde que me sienta fatal al estómago lo he dejado y lo he sustituido por algo mejor, dejar que los escritos breves, aforismos, proverbios, recomendaciones…, que llevo a mi huerto, me inciten a pensar y a escribir.
Tiene aire de mandato, recomendación imperiosa: No entres, porque si lo haces te quedas dentro, paralizado sin poder salir del agujero de tu yo diminuto, como tu ombligo, en el que te has metido.
Y pienso en quienes de aquí y de allá se han quedado en la Edad Media, en el Cid o en Isabel y Fernando por no decir en el Paleolítico. Y se les ve venir en la forma de vestir, en el aire que llevan, en su forma de enlazar los argumentos como si fueran ristras de chorizos, cuando los argumentos exigen un trabajo riguroso de la mente puesta en su lugar y al día, dado que el ayer ya se ha alejado y se ha convertido en pasado, igual que la prehistoria. Estamos hechos para el cambio, no para el retroceso y desde la prehistoria no hemos dejado de avanzar, de evolucionar, excepto la piedra que se ha quedado inmovil, ni siquiera los cantos rodados que son buen ejemplo de cómo lo imposible se hace posible gracias a la acción continua y al impulso de dentro o venido de fuera. Y volviendo a la imagen del cazador que me persigue en los últimos escritos, esta es mi primera caza de la mañana que se da porque uno va puesto y pertrechado, escopeta virtual al hombro, ojo avizor y oído atento, porque en cualquier instante salta la mejor liebre como en este caso: “No entres en espiral, evoluciona”.
Entrar en espiral es abandonar la luz y avanzar hacia el túnel de la noche.
Es dejar el nosotros, que da calor y apoyo, para quedarnos aislados contemplándonos a imagen de la estéril mirada de Narciso que nos brota sin darnos cuenta o la del caracol que se cierra en su concha aislado del mundo.
Es lo contrario de la apertura de los caminos que van con nosotros haciéndonos y conformándolos a la par en continua transformación y avance.
Frente a la imagen de la espiral, mejor la imagen de la plaza abierta que soñara el poeta Vicente Aleixandre en su famoso poema,
“No es bueno
quedarse en la orilla
como el malecón o como el molusco que quiere calcáreamente imitar a la roca…
Entra en el hervor, en la plaza.
Entra en el torrente que te reclama y allí sé tú mismo”.
Entra en la plaza peparada para el baile, la fiesta, la paz y la alegría.
Frente al yo, mí, me, conmigo, mucho mejor el yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos en armoniosa y dulce compañía.
Frente al beso unilateral, la risa, el afecto y el abrazo compartidos.
“No entres en espiral, evoluciona”. Inteligente Hipatia.
https://youtu.be/fDPxo9_TfpQ?si=Y17prUb5u5cBvog2 Maurane - l'Hymne à l'Amour. (El amor todo lo contrario a entrar en espiral)

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