sábado, 29 de junio de 2024

ME TOCAN, LUEGO EXISTO

 




“Me tocan, luego existo”. Theodor Kallifatides
Escribí hace tiempo una recopilación de frases que corregían o añadían distintos puntos de vista ¿complementando? al famoso aserto de Descartes: Pienso, luego existo. Acudieron como palomas silvestres queriendo hacerse un hueco y otras más en las que sigo pensando: Pienso, luego existo, y actúo, participo, lucho, reivindico, amo, me rebelo, veo, escucho, me divierto, y cuento, luego existo y cuento, luego tú existes, me tocan... que me apetece estrujar como se hace con un buen racimo de uvas hasta que logra salir el mosto apetecible, una vez decantado. Y está claro que todos estos verbos abren el abanico alargando y profundizando con argumentos de peso más potentes incluso que el de Descartes. Y es este último el que he encontrado leyendo a Theodor Kallifatides. Me tocan luego existo. Que es lo que sintió el protagonista, Christo, el estudiante inmigrante griego en Suecia, cuando la sueca Rania “en el primer encuentro fortuito, en una lavandería, extendió la mano y le pasó el dorso por la mejilla con una suavidad inefable. No era una caricia, era la fracción de una caricia”, y fue suficiente para que estuviera una larga temporada verdaderamente enamorado de ella, o al menos de aquella fracción de caricia, ya sabes, el resto es fantasía desbordante, imaginación calenturienta, o lo que quiera que sea, hasta que la relación amorosa se cumpliera con creces para dar un quiebro formidable a la vida que salva de la monotonía y la soledad.
Añaden: participar y amar y rebelarse y ver y escuchar y contar y ..., una nueva visión y mucho más completa por sus contenidos al simple, con ser tan importante, pensar del filósofo. Como añade incomparablemente más tocar y ser tocado porque tanto en la forma activa como en la pasiva hay una dimensión mucho mayor, más potente y totalizadora, es todo el cuerpo el que se pone en movimiento, no solo el cerebro, que también, es la piel toda, es el rostro, son las manos y los pies que, tantas veces y tanto, estos, han despertado debajo de las mesas para aventurarse en situaciones eróticas de mucha enjundia y desparpajo y no se les tenía nunca en cuenta por andar siempre por los suelos, es el corazón y todos los sentidos haciendo compañía hermanada con el tacto. Es hondura animal y humana, es divertimento, es escalar las más bellas montañas, transitar por valles y navegar por los océanos más profundos y misteriosos, es tocar con las yemas de los dedos la ternura y uno de los placeres más entrañables de la especie.
Te tocan..., y cuando te tocan con respeto, consideración y un poquito de amor vibran todos tus sentidos, toda tu alma, y así deberías hacerlo tú, y yo, con los otros para un similar resultado.
Pensar, naturalmente, y actuar..., y tocar y ser tocado, como queda dicho, le da otra dimensión mucho más totalizadora y rica.

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