miércoles, 3 de julio de 2024

AH, ESOS NIÑOS QUE LO SABEN TODO ANTES DE APRENDERLO

 



“¡Qué gracia inimitable la de los niños antes
de que aprendan a bailar!”. Coleridge
Fíjate bien y verás, en cada niño que aún no sabe hablar, la gracia de un lenguaje inventado, acoplado a su aire diminuto; esa gracia inimitable antes de aprender a bailar, de la que habla el poeta, porque eso no se aprende en ninguna academia al uso; el estilo único e insuperable de subir y bajar las escaleras; correr la calle a sus anchas imitando a una golondrina, sin ser golondrina; y la gracia no aprendida de pedir un helado o una golosina o la faceta nueva de solicitar la merienda consabida; y contemplar cómo amanece a la vida en cada despertar y cómo se despide cerrando la ventanas de sus ojos cansados en la antesala inmediata del sueño; o cómo se sube a la barbas del abuelo y enamora a la abuela para que le defienda en los trances con apuros; y verle tensar la mirada sobre el papel cuando le va saliendo a pedir de boca el dibujo y ya se está imaginando la buena nota que le pondrá “la seño” de preescolar; o la felicidad inenarrable de pisar los charcos y volar por encima de ellos y quedarse dormido en el pecho de la luna de la madre.
Es el valor de la espontaneidad, la inenarrable figura de la cara del que no sabe apenas nada sabiéndolo casi todo, y lleva en la sangre el espíritu del arte, la sabiduría del que nada sabe, pero intuye la estatura de quien lleva por dentro el don de lo nuevo, el viento de lo no hollado. Es el encanto, que domina como nadie, y que, ay, se va perdiendo con el aprendizaje, las reglas, la monotonía de la clase que aburre y duerme hasta a los más despiertos: “Una tarde parda y fría / de invierno. Los colegiales / estudian. Monotonía / de lluvia tras los cristales”.
Es claro que hay que pegarle duro en horas a la guitarra como a los demás instrumentos musicales y a llegar a dominar cualquier asignatura de las mil que le van, que nos van, saliendo al paso, que no se deberían olvidar, todas esas actitudes que han ido aflorando, desde la frescura, la espontaneidad, el don de no saber nada sabiendo lo más difícil, la pirueta sabia que se lleva en la sangre, el Mozart dormido en cada niño, aunque desconoce todo el peso enorme del genio, cuando ya lo era a los pocos años, o el Miguel Ángel y el Picasso que se esconden en los primeros garabatos, o el que disfruta compartiendo el bocadillo y repartiendo la bolsa de caramelos, tras lo que se intuye el adulto que será.
Ah, esos niños que lo saben todo antes de aprenderlo y que nos dan sopa con onda a los muy adultos, porque perdimos en el camino “la gracia de la rama reverdecida”. Ay.
https://youtu.be/olls6XPt77Y?si=PcbyKZetxE8SH_19 Rita Payés i Elisabeth Roma - Porque llorax blanca niña / LIVE in Vincennes (Paris)
https://youtu.be/w48_aIqs3qQ?si=hMATQ5v24uP-UEww Rita Payés i Elisabeth Roma - Melodia Sentimental

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