domingo, 23 de junio de 2024

CUANDO PROBAMOS LOS FRUTOS DEL ÁRBOL PROHIBIDO

 


Cuando uno ha probado los frutos sabrosos del árbol prohibido del paraíso, indefectiblemente volverá a querer probarlos. Y con suerte, volverá a ellos sin que le importe saber si es porque son sabrosos, sin más, o porque fue prohibido, nadie sabe por qué ni por quién, que esa es otra.
Y vale para el resto de tu vida y tus hazañas, prodigios, o simplemente aspectos de la vida gris y cotidiana, alegre y pachanguera.
Cuando uno prueba de adulto un buen vino, no da marcha atrás y jamás se peleará por uno peleón.
Cuando descubres la fascinación de montar en bici y conseguir que el aire roce tu rostro, puede que ello te lleve a subir los puertos de montañas que se te pongan por delante. Solo necesitas tiempo y coraje, y persistir en el empeño. Algunos locos-genios lo consiguen.
Como cuando escuchas el hechizo de una nota de guitarra, piano o violín, producida por el temblor de tus dedos, posiblemente, probablemente te sigan hasta el dominio casi total de esos instrumentos musicales que te van a permitir asomarte al embrujo de la música.
Como cuando te pones a garabatear en una página en blanco o enlazar unas palabras con otras, nunca se sabe dónde vas a llegar, depende casi solo de ti y de unos buenos maestros, pero es seguro que si te entregas con pasión lograrás cosas dignas, lo que ya sería más que suficiente, y hasta casi sobresaliente, como otros muchos, aunque tú seas del montón, lo que ellos a su vez en algún momento de su vida lo fueron.
Y no digamos cuando tú das un beso y te sale bien la faena o te lo dan y te queda un regusto que ves los cielos azules totalmente limpios, es impepinable que volverás a la tarea, por cierto, una de las más bellas y sabrosas, digan lo que digan lo que tanto han dicho erróneamente unos y otros, los que nunca se comieron una rosca, o sí, y cínicamente lo negaron con honda impudicia.
Y dígase alto y claro lo que decía, textualmente, aquel que había hecho votos de la cosa, que no se moriría sin probarlo, y a buen seguro que lo probaría y repetiría.
Y lo mismo dígase cuando adviertes y sientes el placer de dar algo de ti, sea dinero, tiempo, una palabra de bien, un favor sin que apenas te lo pidan, y repites y vuelves a la carga generosa, se va creando una piel en tu alma de buena persona que se queda impregnada ya para siempre. Así se crean las costumbres y los hábitos conformando una huella indeleble en tu buen corazón que se agranda de día en día. Hasta que la buena gente va y dice: qué gran corazón tiene ese hombre, tiene esa mujer.
https://youtu.be/d7ddJ4Tx7Js?si=C4DDIL6JCKzGqPN_ Hilary Hahn - Sarasate: Carmen Fantasy, Op. 25: I. Moderato

No hay comentarios: