LA IMPORTANCIA DEL OLVIDO
Nos estamos quejando a todas horas de la falta de memoria y de nuestros olvidos más peregrinos como, por ejemplo, de los nombres de conocidos y hasta de quienes fueron amigos en su día, como del nombre de alguna hortaliza o de alguna fruta cuando vamos a la compra, y resulta que el olvido llega a ser imprescindible para un funcionamiento eficaz de la memoria. Lo dejó claro el filósofo y psicólogo estadounidense William James, cuando advertía de que si recordáramos absolutamente todo lo pasaríamos tan mal en la vida como si no recordáramos nada.
Eso pensaba Borges, influido por Nietzsche, quien escribió que “es posible vivir sin recuerdos, e incluso vivir feliz, pero es imposible vivir sin olvidar”.
Necesitamos olvidar, aunque nos estemos quejando constantemente de los muchos olvidos. Es lo que nos viene a decir en un delicioso adelanto de su libro, “La memoria y la vida. Somos lo que recordamos” el catedrático de psicología de la Autónoma de Madrid, José María Ruiz Vargas, que ha logrado que me den ganas de leerlo ya mismo. Y es claro, porque es tanto el caudal que nos llega a través de los sentidos y de la mente, que nunca está sin pensar, que la inundación no dejaría en nosotros títere con cabeza. Podríamos decir que vivir es olvidar y que vivir, asimismo, es recordar. Somos nosotros y nuestros recuerdos y el ayer nos pisa constantemente los talones, va pegado a nosotros, de forma que somos un presente continuo, pero con todo el pasado a cuestas lanzados al futuro que nos aguarda como fiel servidor, hasta tal punto de poder decir lo que llegó a escribir el poeta Caballero Bonald. “Somos el tiempo que nos queda”. Nos constituye el pasado, y no podemos deshacernos de él, este presente continuo que se nos va de las manos, pero es lo más real y fiel, y el futuro que está al acecho.
Pero volvamos al adelanto del libro donde se nos dice en letra grande, para que no se nos olvide, que olvidar no es una enfermedad de la memoria, sino un síntoma de su salud. Y cita el caso de un ser extraño Solomon Shereshevsky que no sabía olvidar y se sentía anegado de recuerdos inútiles hasta obligarse a aprender “el arte de olvidar”, porque estaba desesperado, necesitaba olvidar para poder trabajar, y no poder olvidar llegó a convertirse en su mayor y más doloroso problema. Logró aprender. Así lo explica él mismo:
“Me sentí liberado de inmediato. La certeza de que estaba a salvo de los errores me daba mayor seguridad. Hablaba con soltura, me podía permitir el lujo de hacer pausas, sabía que, de acuerdo con mi deseo, la imagen no aparecería y me encontraba perfectamente”.
Ya lo sabemos: es importante el olvido como es importante el recuerdo y reconocer y aceptar que hay un arte para recordar y un arte para olvidar… y que siempre estamos aprendiendo.
…Y para no olvidar…, el pensamiento y las obras de Nuccio Ordine, fallecido el sábado. Autor de “La utilidad de lo inútil”. Me ha pillado leyendo su última obra: “Los hombres no son islas”. Había subrayado unas páginas para trabajarlas el próximo curso en el taller de escritura creativa. Lo haremos por él.
https://youtu.be/lG8Jgj09WcI Mackie Messer - Mac the knife - Gunhild Carling Live 13
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