Ahí tienes dos parábolas, dos lecciones: una triste, en negativo, de la que se aprende, claro está, y otra, alegre, muy conocida, en positivo, de la que se aprende más y mejor.
Dos mulos en la viñeta de la izquierda, que tiran desesperados cada cual al montón que tienen a su disposición. Haría falta únicamente pararse a pensar, dar media vuelta y solucionar la levísima papeleta que tienen delante. Pero son burros-burros. Y lo único que se les ocurre: lo más violento, enzarzarse a mordiscos y coces hasta quedar de vencedor uno y derrotado el otro.
La segunda tiene seis momentos que dan que pensar y bien diferenciados, paso a paso. En el primero los dos animales se regodean ante el montón de hierba y hacen el primer intento de cada cual a lo suyo, y tiran y tiran, y lo primero que se les ocurre es darse de coces, ¿con insultos..., y tú más..., so penco...?, y llega el momento de la razón: parar, sentarse, pensar..., y aparece la luz, la respuesta facilona que no estaba lejos, porque residía en ellos. ¿Qué hacer? Bien claro: Primero, juntos y hermanados, a darle a uno de los montones y después, de la misma manera, al otro. ¡Buen apetito, amigos!
Las lecciones han sido meridianamente claras. Ay, los humanos, ay, las guerras, ay, las peleas entre hermanos por las herencias. Como salvajes sin entendimiento ni corazón. Menos mal que al lado abundan hombres y mujeres, ejemplo de armonía, sensatez y concordia. Menos mal.
https://youtu.be/pgBELZ5z4T0 Mari Samuelsen – Einaudi: Una Mattina
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