jueves, 23 de septiembre de 2021

NUNCA ES TARDE Y AÚN HAY TIEMPO

 


Estaba animando Isabel, mi quiosquera, a una octogenaria que está como una flor en plena madurez, a ir con ella y su marido, un largo fin de semana a Londres. La octogenaria, que siento no saber su nombre, aunque nos encontramos casi todos los días, a la misma hora, a comprar la prensa, y nos damos los buenos días, insistía en no atreverse a ir, pero se le notaba unas ganas locas por dentro y casi por fuera, no en vano, estuvo en Inglaterra la friolera de 26 años, dice hablar perfectamente el inglés, lo que no me extraña, lee todos los días sin falta el periódico, y a lo que iba, tras este largo rodeo: Al decir que ya era muy mayor para un viaje así, es cuando entré en la conversación abierta, porque notaba que hablaban también para mí entre sonrisas, le dije que dentro de diez años sí que estará mayor, pero en cualquier caso que “nunca es tarde”, el título que di a uno de mis Cuadernos de Otoño, lo que quiere decir que tengo siempre en la punta de la lengua la expresión, como “aún hay tiempo”, que tanto me gustó repetir en los días de andar con las personas mayores en charlas, talleres, aulas, escuelas de invierno y campamentos de verano..., durante 16 largos años, son expresiones que le van como anillo al dedo en esta situación de ir o no ir, estando queriendo ir.
Y en estas que llego a casa con el pan, la prensa y algunas chucherías y me encuentro en Facebook esta viñeta sobre Tolstói y sus aficiones tardías, y uno, que está al loro, como buen trapero de Emaús, ensartó rápidamente, ensarté quiero decir, la conversación del quiosco y la anécdota simpática del novelista ruso, tenía 67 años, y parece que le estoy oyendo decir nunca es tarde para aprender a montar en bicicleta y aún hay tiempo para ello y otras mil tareas más. Cómo le iba a resultar difícil a quien asombró al mundo con Ana Karenina, Guerra y Paz y Resurrección, entre otras miles y miles de páginas a sus espaldas y la fundación de una escuela, Yásnaia Poliana, para los hijos de los campesinos, además de gastar durante una época, la mayor parte del día, en el oficio de zapatero, y no se le cayeron los anillos, como buen sabio que era, y eso que había escrito tanto con las manos, parece que necesitaba darles más trabajo todavía, que tan útil y necesario es, como acabo de leer en algunos papeles de psicología, para el enriquecimiento y fluidez de la mente.
Pues eso, que deseo fervientemente que mi colega de quiosco se vaya a Londres, con la quiosquera y su marido, deje de pensar en los ridículos 80 años, cuando la mente está en los 60, porque no deben ser óbice para las cosas que aún podemos hacer con cierta soltura y mucha solera, y pueda más recrear su pasado de emigrante joven en un país que llegó a ser casi suyo, que el lamentarse de la mucha edad, que nunca es tanta cuando se tiene salud, una pizca de ilusión, muchas ganas de vivir y todavía la pasión de hacer de tu capa un sayo.
https://youtu.be/7Ilx7PiljHQ NACHO MASTRETTA - Marcha partisana bella ciao.
Y si prefieres una versión con orquesta y coro, ahí tienes esta: https://youtu.be/oCHJA3K0osE, que tampoco está mal.

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