“¿Qué después de esta vida tengamos que despertarnos un día aquí
al estruendo terrible de trompetas y clarines?
Perdona, Dios, pero me consuelo
pensando que el principio de nuestras resurrección, la de todos los difuntos,
la anunciará el simple canto de un gallo...
Entonces nos quedaremos aún tendidos un momento...
La primera en levantarse
será mamá... La oiremos
encender silenciosamente el fuego,
poner silenciosamente el agua sobre el fogón
y coger con sigilo del armario el molinillo de café.
Estaremos de nuevo en casa”.
He encontrado esos versos maravillosos en uno de los tres libros de Josep María Esquirol que me han acompañado este verano de 2021. Los versos son del poema “Resurrección” de Vladimir Holan, poeta checo del siglo XX, que ha tenido la suerte de que la poeta Clara Janés haya traducido una antología suya al castellano.
Quizá ese sea el más bello sueño. No precisamente el paraíso de cielo y miel y ángeles alados, que pareciera no estar hecho a nuestra medida de andar por casa en zapatillas, la del alma y nuestra piel con sus sentidos, nuestro cuerpo, sino “estar de nuevo en casa”, esperando el desayuno que está preparando la madre.
Y qué quieres que te diga: Yo también me consuelo más pensando en la casa a la espera del desayuno, la leche migada de mi madre, con el mejor de los cuidados, su cobijo y su abrigo, su acogida, su don, ese recinto sagrado del hogar, que el estruendo aquel de trompetas y clarines que me da más temor que alegría. Aunque sea un sueño.
Pero lo mejor que podemos hacer es volver a leer el poema, que no es para un día, y quedarnos a solas con él. Original, hermoso y profundo, digo yo...
https://youtu.be/nwXY0II9-Mo. L'Indifference - Cafe Accordion Orchestra
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