domingo, 17 de enero de 2021

LOS HIJOS TAMBIÉN EDUCAN A LOS PADRES

 


En un momento de los muchos encuentros sabrosísimos tenidos entre el sabio (sapiens) Juan Luis Arsuaga y el genio (pero neandertal, o al revés) Juan José Millás, y que ha dado lugar a un estupendo libro “La vida contada por un sapiens a un neandertal”, el sabio y con grandes dotes didácticas, no en vano es catedrático de paleontología, le cuenta a Millás el discurso que está preparando para la boda gay de su hijo: “En esta boda nuestros hijos nos han hecho mejores a nosotros, sus padres, han ampliado nuestros horizontes, nuestra tolerancia, nos han hecho crecer. Vemos el mundo desde un agujero más grande”. No se puede decir con más verdad y exactitud”. Lo veo cada día que mis hijas a dúo vienen a casa, menos de lo que yo quisiera, porque toco la alegría de vivir desde su luminosidad, su aire de tolerancia que respiran sin dificultad, la generosidad exquisita e inmensa con sus amistades, y la casa encendida, que cantara en su excelente poema Luis Rosales, hace su presencia y lo ilumina y enciende todo...
Y de las cosas que ha leído, dice el sapiens profesor, algunas sorprendentes, por ejemplo: la relación entre los padres y los hijos y cómo los hijos cambian a los padres para mejorarlos y cómo los padres educan a los hijos, pero luego son educados por ellos. Y cita a quien no sabe su nombre, que llegaba a decir que los hijos, realmente, dan a luz a los padres, ante la sorpresa de Millás: ¿Los hijos nos dan a luz? Sí, responde el sabio, sin titubear, y nos deja sin palabras, porque mucho de verdad hay en ello.
Dale una vuelta a la relación con tus hijos o hijas, amable lector, querida lectora, si los tienes y comprobarás que, a pesar de posibles disgustos, quebraderos de cabeza y quebrantos, las enseñanzas más profundas, que te suelen trasmitir desde la razón, el corazón y los sentimientos, son innumerables, si prestas atención y oído con una fina y elemental sensibilidad.
Y si de educar a los padres hablamos, el testimonio que leo hoy en la prensa es el mejor ejemplo. Me refiero al músico madrileño de origen surcoreano Aaron Lee, quien a los 17 años, por decir a sus padres “creo que me gustan los chicos” fue expulsado de casa y sufriría rechazo, secuestro, tortura y persecución. Acaba de escribir un libro “Yo soy el que soy” y protagoniza, tocando el violín, un montaje teatral con Gaby Goldman al piano y Verónica Ronda como intérprete de esta trágica historia. “Más allá de que me echaran de casa, dice, por el hecho de ser gay, mi alegato es un grito a favor de la libertad en todos los sentidos”. Ha perdonado, claro está, a sus padres. Dice no ser un héroe, pero sí que ha pagado un peaje muy alto por ser quien es. “Cada dificultad, cada herida y cicatriz las he convertido en algo bello. El sufrimiento en sí no hace madurar al hombre. Es el hombre que da sentido al sufrimiento. Y gracias a ello, yo soy el que soy”. ¿Queréis más lecciones? Comenzó tocando en la calle, como se ve en la imagen que acompaño, y en la actualidad toca el violín en la Orquesta Nacional.
Está claro, los hijos también educan a los padres.
https://youtu.be/xns4Vkmt-u4 Henryk Wieniawski - Romance sans Paroles et Rondo elegant, Op. 09 Zuzanna Przystałowska - violin

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