viernes, 8 de enero de 2021

CARRETAS Y CABEZAS VACÍAS

 


¿Te parece que hagamos una lectura en común de este breve sabrosísimo relato que corre por las redes de donde lo he tomado? Vamos allá:

El tema central es la lección que el padre da al hijo a partir de un hecho insustancial, y que aprovecha para hacer de la vida cotidiana un libro abierto.
La primera aportación ya tiene su valor como el de caminar al lado del padre y no solo cuando vamos de su mano en la que nos apoyamos siendo niños, sino cuando él es el que necesita, por su edad avanzada, nuestra mano.
La segunda se halla cuando comienza el diálogo a partir de una pregunta que pareciera intrascendente, pero que va cargada de profundidad y de sana curiosidad en cuanto exige llevar los sentidos siempre despiertos y atentos a cuanto pasa a nuestro lado para no dejar de aprender. En el paseo se oyen los cantos de los pájaros que es quizá lo primero que han escuchado los dos, pero hay más ruidos, y el padre quiere que su hijo se fije en el del carro, porque tiene preparada la lección que quiere enseñarle: La carreta va metiendo mucho ruido, y lo va haciendo porque va precisamente vacía, como si se desencajara y fuera perdiendo sus atributos. Si llevara buena carga apenas metería ruido, algo muy simple, pero el hijo no ha caído en ello, y el padre no necesita ver si va llena o vacía, lo sabe por el ruido que hace, mucho, porque va precisamente vacía, como las cabezas que lo están, meten ruido, mucho ruido, furor y viento huracanado, como carros alborotados y sin carga alguna, porque si estuvieran llenas y bien llenas de ideas, buenas ideas que compartir y poder debatir, desde la duda y la incertidumbre, sin prejuicios ni ideas preconcebidas, sin dogmas inamovibles por encima de la razón, y de sentimientos sanos igualmente que parten también de la cabeza, del silencio y de las manos de la tolerancia, llevarían consigo la materia desde donde fundamentar un diálogo enriquecedor y una armonía grata en el paisaje.
La tercera es en la que todos estamos pensando, la lección que deberíamos aprender con urgencia y mucho más los que más hablan en público, en la calle, en el bar, en el parlamento, en los medios de comunicación, en los púlpitos, como los que escriben, escribimos, por aquí y por allá. Cuanto más vacía está la cabeza, como las carretas sin carga alguna, más ruido, más impertinencias, más ignorancia, más desfachatez, más furor perpetran con harto dolor para los oídos sensibles y honestos. Y a la contra, cuanto más llena esta la mente y peso específico contiene, menos furia y mucho menos ruido llevan consigo.
Notas no tan al margen: 1.- Una vez más acudo a David Trueba. Escribe sobre el momento actual y dice que hay que arremangarse y que tenemos una enorme tarea de reconstrucción por delante: “Contamos con fuerza, imaginación y talento. Vamos escasos de criterio y solidaridad. Si recicláramos la mala leche en buena cabeza, la tarea sería más llevadera”. Menos mala leche, más solidaridad y más criterio en cabezas mejor puestas. Exacto.
2.- Y para ruido, el de Trump, durante cuatro años de racismo, populismo, mentiras, aire fascista y bravucón, gravísimo peligro para Estados Unidos y para el mundo, que ha terminado con una traca final vergonzosa y delictiva. La Justicia tiene tarea. Menos mal que tras la furia y la sinrazón venció la ley y el orden democrático.
https://youtu.be/j9qLfyLowjg The Phantom of The Opera' Sarah Brightman & Antonio Banderas

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