domingo, 20 de diciembre de 2020

DEPENDIENTES, PERO NO SERVILES

 


Vas leyendo una larga reseña del libro “Escuela de aprendices”, que he pedido ya a una pequeña librería, y no puedes por menos de detenerte para darle vueltas a las ideas de alto calibre que se te ofrecen: “El verdadero maestro no es el que dice “haz como yo”, sino “hazlo conmigo”, “piensa conmigo”, “calcula conmigo”. Y piensas en el magisterio de maestros y profesores, padres y madres y quienquiera que sea, en algún momento de su vida, a todos se nos presenta, maestro en alguna de las materias que más dominamos. Porque no se trata, en efecto, de que venga nadie a nuestro huerto a organizarlo a su gusto, sin saber escuchar ni compartir los saberes, sino de ir al jardín común que se va cuidando conjuntamente, porque la buena educación se forja en equipo, bien atento a las cualidades y potencialidades de cada cual, metiendo las manos en la masa, todos juntos, desterrando el púlpito, la tarima, las lecciones ex cátedra, que señalan excesivas distancias y conforman jerarquías aptas para el adoctrinamiento y la transmisión mecánica de conocimientos y saberes de quien lo sabe todo y quien todo lo ignora, que para nada es fiel reflejo de la realidad y de la verdad.
Y va otra ráfaga de luz no usada, como dijo el poeta: “La educación es el arte de la hospitalidad más radical que se abre a la singularidad de cada cual”. Dos ideas apretadas y originales que se apoyan con fuerza una sobre otra. La educación como arma de paz y aprendizaje de una convivencia en esencia entre iguales, compartiendo la sabiduría con el deseo de aprender, lo sólido con lo fluido y espontáneo y el respeto máximo del inferior al superior y del superior al inferior, del alumno al maestro y al revés y de los hijos a los padres y viceversa. La educación como el arte de la hospitalidad. Perfecto.
O esta tercera: “Dependientes, pero no serviles”, de nuevo la palabra y la idea que ilumina, sorprende y hasta deslumbra, en un primer momento para después iluminar tus zonas más sombrías y oscuras. “Ahora que estamos en tiempos de pandemia, continua diciendo la profesora, parece que empezamos a tener muy claro que somos seres interdependientes, entre humanos y el conjunto del planeta. Por tanto, las relaciones de dependencia son la base de la vida, pero el problema no es la dependencia sino cómo llegamos a ser serviles y se instituyen relaciones de poder”. Dependientes, desde que nacemos e interdependientes desde que comenzamos a madurar y asimilar y practicar la ética de la convivencia en donde el apoyo mutuo y el compromiso hacia los más débiles y necesitados de la sociedad tienen su mejor asiento.
A los pocos días de haber subrayado la reseña y guardada la página del periódico, escucho a la autora en un programa de la Cadena Ser y me quedo con la voz y las mismas ideas o similares que transmitían mucha paz, mucha serenidad y mucha lucidez. Y como me sonaba con lo que había leído y subrayado fui a buscar la página desgajada del periódico. Era ella, la misma, la profesora y filósofa Marina Garcés, y me entraron ganas de hacerme con el libro cuanto antes. No están los tiempos para perder el tiempo en bagatelas y frivolidades. ¡Es un tema tan fascinante! La Escuela, que no debe abandonarse, ni de joven, ni de viejo, y de aprendices, yo, al menos, de aprendiz lo tengo todo y, además, orgulloso de serlo y continuar aprendiendo. ¡Es tan hermoso!
https://youtu.be/pkXGtE8_cig Beethoven: Triple Concerto in C major, op. 56. Para antes de que termine y se pase el 250 aniversario de su nacimiento. Este año lo he escuchado muchas decenas de veces y no me canso. Dura 37 minutos, nada más. No os perdáis ni un solo suspiro de los tres instrumentistas. Tocan el cielo.

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