“Nos morimos un poco en los otros”, iba leyendo el artículo de Juan José Millás de todos los viernes, que suele ser por donde empiezo el periódico, y me saltó esta frase con la que me quedé largo rato pensando y hasta sintiendo. Ahí está lo profundo y útil de la literatura, que te hace pensar y caminar despacio a su lado en buena compañía.
Y rápidamente comencé a hilvanar recuerdos y darle nombre propio a cada uno. Ponte en trance como yo estoy haciendo ahora, de lo contrario no tiene gracia y la lectura ni es hermosa ni productiva.
Piensa en tu padre y en tu madre, si ya se fueron, y verás como mucho de ti se fue con ellos, pero ellos te siguen devolviendo la vida que renace al recordarles y así consigues que sigan vivos en ti.
Quizá fue uno de tus hermanos, tu hermano mayor, joven aún, y se fue de mala forma, de peor forma que lo normal, aunque toda muerte sea una mala jugada a la postre, y parte de tu juventud se fue con la suya. O fue un amigo, o aquella amiga inolvidable y que eran casi-casi una prolongación tuya y no digamos si fue un hijo o una hija...
¿Quién no ha tenido un maestro, una maestra, un profesor que perdura en el recuerdo y por los que estás enormemente agradecido, por lo que te dieron, por cuanto te enseñaron? Un halo de su sabiduría quedó en ti y una gran porción de tristeza también al lado del agradecimiento que aún perdura.
Nos morimos un poco en los otros... y en lo otro. Permitidme este añadido. Vamos a permitírnoslo para seguir creando y recreando juntos todo eso que ha ido conformando y tejiendo nuestra vida en donde, además de personas, ha habido momentos, situaciones, objetos, paisajes, lugares, días y noches y muchos años con los seres más queridos, cuántas lágrimas, tantas y tantas risas que hasta nos hacían llorar, animales de compañía, etc, etc, etc.
Mucho de nosotros se quedó allí para siempre, pero gracias a esta máquina prodigiosa de la memoria cuando se pone en funcionamiento lo rescatamos de la muerte y del olvido.
Para los que somos de tierra adentro, de Tierra de Campos, nada menos, tiene una magia especial el mar, la mar, la playa y el horizonte infinitamente lejano. La primera vez, la última, con todo el escenario de alguna película en la que tú fuiste protagonista o simplemente un secundario magnífico.
Hace unos meses hice un recuento de los objetos de la casa, llegué a escribir sobre 70, muchos de los cuales fui subiendo a este rinconcillo. Debería seguir porque quedaron muchos entre el polvo del olvido, y siento y oigo que se quejan, escucho sus lamentos. Échales un vistazo a los tuyos y escúchalos. Y, ay, qué solos se quedarán cuando te marches, cuando yo me marche, pienso de vez en cuando en ellos y los miro con nueva complacencia, pero se me queda una nube negra de tristeza entre los ojos.
Solo quien tiene un animal de compañía sabe lo que vale esa compañía y valora su presencia amorosa y de por vida, algo nuestro se va con ellos cuando se van definitivamente y mucho de ellos aflora gratamente en el recuerdo, que pareciera que siguen ahí mismo junto a ti.
Pues eso, que nos morimos un poco en los otros y en las cosas. Será que es ley de vida o algo así. En estos días de muertos me parecía obligado y hasta saludable hablar de ellos.
https://youtu.be/FayAbYfbnvg Pequena Czarda by Pedro Iturralde, el maestro del saxo, murió ayer a los 91 años.
https://youtu.be/9yc80ghR7Gw Pedro Iturralde - Czardas - Pequeña Czarda - para Saxofón Alto y Orquesta Sinfónica. Otra espléndida versión.
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