lunes, 2 de noviembre de 2020

NOS MORIMOS UN POCO EN LOS OTROS

 


“Nos morimos un poco en los otros”, iba leyendo el artículo de Juan José Millás de todos los viernes, que suele ser por donde empiezo el periódico, y me saltó esta frase con la que me quedé largo rato pensando y hasta sintiendo. Ahí está lo profundo y útil de la literatura, que te hace pensar y caminar despacio a su lado en buena compañía.

Y rápidamente comencé a hilvanar recuerdos y darle nombre propio a cada uno. Ponte en trance como yo estoy haciendo ahora, de lo contrario no tiene gracia y la lectura ni es hermosa ni productiva.
Piensa en tu padre y en tu madre, si ya se fueron, y verás como mucho de ti se fue con ellos, pero ellos te siguen devolviendo la vida que renace al recordarles y así consigues que sigan vivos en ti.
Quizá fue uno de tus hermanos, tu hermano mayor, joven aún, y se fue de mala forma, de peor forma que lo normal, aunque toda muerte sea una mala jugada a la postre, y parte de tu juventud se fue con la suya. O fue un amigo, o aquella amiga inolvidable y que eran casi-casi una prolongación tuya y no digamos si fue un hijo o una hija...
¿Quién no ha tenido un maestro, una maestra, un profesor que perdura en el recuerdo y por los que estás enormemente agradecido, por lo que te dieron, por cuanto te enseñaron? Un halo de su sabiduría quedó en ti y una gran porción de tristeza también al lado del agradecimiento que aún perdura.
Nos morimos un poco en los otros... y en lo otro. Permitidme este añadido. Vamos a permitírnoslo para seguir creando y recreando juntos todo eso que ha ido conformando y tejiendo nuestra vida en donde, además de personas, ha habido momentos, situaciones, objetos, paisajes, lugares, días y noches y muchos años con los seres más queridos, cuántas lágrimas, tantas y tantas risas que hasta nos hacían llorar, animales de compañía, etc, etc, etc.
Mucho de nosotros se quedó allí para siempre, pero gracias a esta máquina prodigiosa de la memoria cuando se pone en funcionamiento lo rescatamos de la muerte y del olvido.
Para los que somos de tierra adentro, de Tierra de Campos, nada menos, tiene una magia especial el mar, la mar, la playa y el horizonte infinitamente lejano. La primera vez, la última, con todo el escenario de alguna película en la que tú fuiste protagonista o simplemente un secundario magnífico.
Hace unos meses hice un recuento de los objetos de la casa, llegué a escribir sobre 70, muchos de los cuales fui subiendo a este rinconcillo. Debería seguir porque quedaron muchos entre el polvo del olvido, y siento y oigo que se quejan, escucho sus lamentos. Échales un vistazo a los tuyos y escúchalos. Y, ay, qué solos se quedarán cuando te marches, cuando yo me marche, pienso de vez en cuando en ellos y los miro con nueva complacencia, pero se me queda una nube negra de tristeza entre los ojos.
Solo quien tiene un animal de compañía sabe lo que vale esa compañía y valora su presencia amorosa y de por vida, algo nuestro se va con ellos cuando se van definitivamente y mucho de ellos aflora gratamente en el recuerdo, que pareciera que siguen ahí mismo junto a ti.
Pues eso, que nos morimos un poco en los otros y en las cosas. Será que es ley de vida o algo así. En estos días de muertos me parecía obligado y hasta saludable hablar de ellos.
https://youtu.be/FayAbYfbnvg Pequena Czarda by Pedro Iturralde, el maestro del saxo, murió ayer a los 91 años.
https://youtu.be/9yc80ghR7Gw Pedro Iturralde - Czardas - Pequeña Czarda - para Saxofón Alto y Orquesta Sinfónica. Otra espléndida versión.

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