Siempre estamos volviendo sobre el tiempo, siempre estamos regresando a viejos mitos y a eternas leyendas: carpe diem, carpe noctem, carpe viam: Disfruta del día, de la noche, del instante del camino. Primero fue el carpe diem, y me he paseado por él en mis escritos lo indecible, después, recientemente, descubrí el carpe noctem, me tentó y caí intentando hacer algunos de mis pinitos acostumbrados, y en una de estas mañanas de verano, caluroso a la sombra, leyendo a mi admirada, ya de por vida, la escritora Irene Vallejo, me regala una nueva perla, que ella descubriera en Ovidio, poeta del siglo I a. C.: carpe viam. Disfrutar del instante del camino, de cada camino, sendero y hasta autopista si te gusta correr a más de cien. Y en el camino dar tiempo a pensar, ¿no está ahí la mayor parte del disfrute del Camino de Santiago y de todo camino? Y a complacerse de los colores, los olores, los sabores y los sonidos que reparte generosamente el campo en cada estación, y conversar con las gentes con las que te encuentras, algunas taberneras, por ejemplo, muy humanas, que son más divinas que las divinas, y aprender de paso la filosofía que todo camino lleva consigo. En el poema de Gilgamesh, el más antiguo del mundo, anterior a la Biblia y la Iliada, se narran las peripecias de Gilgamesh, rey de Uruk, actual Irak, una de ellas el largo viaje a la búsqueda de la eterna juventud. En el camino se encuentra con Shiduri, la divina tabernera que le sirve cerveza y le regala estas palabras: “¿Por qué están tus mejillas demacradas, tu corazón tan triste y tan cansado tu rostro? No alcanzarás la vida que persigues. Tú, Gilgamesh, saborea tu comida, haz de cada día un placer, lava tu cabeza y báñate; cuando un niño te tome de la mano, atiéndelo y regocíjate; y que tu esposa goce siempre en tu abrazo. Esa es la mejor manera que tiene la humanidad de vivir... ¡Olvida la muerte y busca la vida!”.
Gilgamesh, descubre que no es inmortal, pero al regresar en el camino va descubriendo, comenta Irene Vallejo, la luminosa, erótica y apasionante realidad que le rodea. Y continúa el poema: “Contempló las palmeras, los jardines, los huertos y los mercados, las casa y las plazas. Reparó en las tierras de su ciudad y en el brillo de sus baluartes como cobre al sol”. Descubrió, en efecto, por dónde van el carpe diem, el carpe noctem y el carpe viam que es todo eso que nos va cantando con aires épicos. Y proponiéndole un proyecto de vida, desde entonces, bien sencillo y al alcance la mano: Una buena comida, degustándola, nunca olvidar la limpieza y el agua a discreción, lavado de cabeza a pies y cuando un niño o un viejo o quien quiera que sea, te dan la mano, usar el cuidado como una de las acciones más hermosas y grandes sobre la tierra, “atiéndelo y regocíjate”, sin quejas, ni echarles en cara lo que haces por él, como el sol y el agua del río que bañan lo que tocan y dan luz y calor sin preguntar ni pedir nada a cambio. En casa, qué menos del abrazo de tu pareja extensible a amigos y amigas que te quieren y los quieres. Gilgamesh aprendió bien a lo largo del camino la lección, olvidándose de encontrar la eternidad, que está en hacer que todo ello lleve la impronta de lo eterno y de lo que nunca muere, eso que aunque parezca mentira está en nuestras manos portadoras de pequeños y grandes milagros.
Así que, amigos, amigas, una vez más: carpe diem (disfruta del día), carpe noctem (vive la noche), carpe viam (goza del camino). Buenos días, estupendas noches y feliz viaje y paseo por los caminos de la vida.
https://youtu.be/_yOSweFsmO0 Khatia Buniatishvili ✮ Rhapsody Nr. 2.Franz Liszt. ¡Qué maravilla, el piano, la melodía y la mpìanista!
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