Va
de gatos: El de la primera imagen está tan a gusto que parece no echar
de menos a sus dueños, y ha cerrado los ojos para vivir en el mejor de
los sueños, pero ¿quién sabe? porque de hambre de piel sabe más que
nadie, ahora mismo está pensando en el roce sobre las piernas de su
ama en cuanto vuelva y que le acaricie el cuello, que por su reloj
biológico, que no suele fallar, ya tarda. Tienen corazón, y tierno,
están dotados de una enorme sensibilidad, son independientes al máximo,
lo que no obsta para que aúllen cuando se quedan más solos que la una y
tardan los humanos en volver a su hora, porque les agrada estar con
gente, y mucho más con la que le trata con delicadeza y le suben al
regazo. No sabe a ciencia cierta qué es lo que ha estado pasando, pero
sabe a conciencia que algo serio ha sucedido. No es normal que hayan
estado sin salir de casa sus dueños tanto días y tantas noches, y que de
repente a la misma hora salieran y con rígida puntualidad, para
largarse sin decir nada y hayan retrasado el regreso unos días, no es
normal. Se advierte en sus ojos algún miedo y cierto temblor en las
patas por los irresponsables que van por la calle como si nada hubiera
sucedido, y eso le duele sin saber por qué, pero le parece que esas
cosas no se hacen, puesto que todos los de su especie son mucho más
limpios dentro y fuera de casa. Y no digamos los alborotos que tanto le
asustan y el cuidado exquisito para librarse de alguna patada sin venir a
cuento lo que nunca viene a cuento.
La
segunda imagen habla por sí sola en ese entrañable encuentro: ¿quién
cuida a quién, quién hace compañía, da calor y rompe la soledad? Dos
animales, racionales e irracionales, qué más da, dándose lo más
importante y esencial de la vida: calor, cobijo y compañía. A ver si nos
enteramos: calor, cobijo y compañía en todo tiempo y lugar y cualquiera
que sea la condición de cada cual a la búsqueda y captura de la paz y
la buena armonía de todos. Han cerrado tanto los ojos que la procesión
va por dentro, y es hermosa, harto significativa por los huecos que
están llenando a la par, nadie sabe quién más, porque están dándolo todo
la una a la otra, en el caso de que el gato sea gata. Ese abrazo en
tiempos de sequía no tiene precio, y qué envidia, habrá que guardarlos
todos a buen recaudo para que un día exploten y alegren la vida. Pero
quede claro que hasta los gatos tienen alma, y si te pones fino, diré
que alma animal, pero alma: energía, hálito, vida, consistencia de la
carne, sintiente para dar y tomar, y pensante a ratos y a su manera a
juzgar por la memoria y la picardía de que están dotados.
En
la tercera está a la espera de los señores que ya se retrasan y se está
impacientando y poniéndose melancólico. Pero no se le va una, está
pendiente de todo lo que se cuece en la calle y no se moverá de esa su
ventana hasta que oiga el menor ruido y el olfato le advierta que son
sus dueños, principalmente su ama, su ojito derecho.
Y la cuarta ya es demasiado. Habla por sí sola, porque está más que hablando, lo que es el no va más.
Sublime. Este hombre te sacude el corazón. ¿No tiene alma el tango? Espíritu puro. Pues eso.
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