jueves, 30 de julio de 2020

VIVIR EN UN CUADRO


He cogido al vuelo una frase que alguien, a su vez, toma de The Guardian que dice así: “Todos vivimos hoy en día en un cuadro de Hopper”, y me ha parecido tan soberbia y generadora a poco que pongas a funcionar la hormigonera de la mente, dando un juego formidable a los que nos gusta trajinar las palabras y las ideas.
Y así, con estos simples bártulos me di un paseo por algunos cuadros en los que podemos vivir dadas las peculiaridades de cada cual y las circunstancias del algún momento.
Sea el cuadro a que hace referencia el periódico británico, que refleja y retrata a la perfección la situación aquí y en todo el mundo, al menos gran parte de él, porque un simple virus de una potencia mortal incalculable está haciendo destrozos, y como siempre, a unos mucho más, sobre todo, a los más vulnerables, los más solos, los que han tenido la mala suerte de seguir soportando un calvario excesivo en sus largas vidas, que son los fallecidos, una inmensa mayoría de ancianos que se han ido más solos que la una sin poder abrazar a los más suyos y escuchar de sus labios unas palabras de aliento que tanto reconfortan en toda despedida antes de iniciar un camino sin retorno. La imagen, como todas las de este gran pintor, habla de soledad, desamparo, incomunicación, aislamiento y desesperanza. Justo lo que ha vivido y está viviendo mucha gente sin tener ninguna respuesta a lo que está pasando y les pasa a ellos.
Sea el “Duelo a garrotazos” de nuestro gran Goya que sintetiza y muestra con una fuera brutal la violencia y el sinsentido de dos hombres hundiéndose en el fango que siguen y siguen hasta la muerte, si es preciso, sin ceder lo más mínimo. Es de nuevo Caín sobre Abel, las dos Españas irreconciliables y cainitas, que aparecen de vez en cuando a lo largo de la historia con todo el odio almacenado en siglos y, aun hundidos hasta el fondo, la más miserable condición montaraz no cesa. Uno, a veces, tiene miedo del mal ejemplo de algunos partidos y su crispación por encima de las estrellas; menos mal que la sociedad, en su mayoría aplastante, va, me parece, por otro lado y está mucho más calmada, adulta y harta de esas soflamas y mentiras. Aunque siempre los más vehementes siguen a los más crispados.
Es la famosa “Danza” de Matisse plena de fuerza, color y ritmo vibrante que, a quienes nos llamó tanto siempre el baile y la danza, nos subyuga, nos atrae y nos da envidia de no estar entre esos danzantes, con poco esfuerzo entramos y somos uno más y un todo que vibra en cuanto empieza la música y nos olvidamos de quiénes somos, porque importa el grupo, la danza, el ritmo, la armonía... y la concentración es de capital importancia.
Es “La muchacha en la ventana” de Dalí, mi ventana abierta al mar, a la calle y a la vida, en donde yo siempre quisiera estar para ver eso: la mar, la montaña, mi meseta, mi calle y la vida, y poder chapuzarme en ellas, que es lo que me devuelve mi razón de ser en este mundo y sobre todo en el mundo de los que conmigo viven, trabajan, piensan y aman. Mi mundo es el de estos dos cuadros últimos y ahí quiero vivir.
... Y es El abrazo de Juan Genovés de tan ricos y fascinantes significados siempre y de tanta fuerza.
https://youtu.be/cdSFTp3KBUk Juliette Binoche - Et Si Tu N'existais Pas. No te pierdas ni su mirada ni sus sonrisas. Alegran la vida.

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