viernes, 31 de julio de 2020

CUÍDATE


Cuídate, preocúpate de todo lo tuyo, ocúpate de ti mismo. Y así aprenderemos una de las más bellas tareas sobre esta tierra que nos vio nacer: cuidar a los otros, preocuparnos de ellos y si la ocupación de los otros adquiere límites sobrehumanos, más motivos para dejarse cuidar, para cuidar a los que cuidan. Por eso y muchas cosas más cuídate, mímate, preocúpate de todo lo tuyo y ocúpate de ti y de todos los demás de alguna o de otra forma.
¿Queremos decir todo eso cuando últimamente en las despedidas usamos ese entrañable comodín, casi amuleto del corazón que se sale del pecho y nos une en un lenguaje común y solidario? Algo de ello hay, sino de qué. Al adiós de siempre, se une este deseo, algo más y de mayor peso específico, deseando acompañarle en los momentos más difíciles si vienen, como los más felices para celebrarlo con ellos en su momento.
Hablando del momento actual y de la pandemia que estamos padeciendo, esto ha dicho el filósofo, Josep María Esquirol, palabras que hago mías y desearía que tuyas también.: “Los seres humanos vivimos en la intemperie física y existencial. Y en ella estamos sometidos a fuerzas que nos pueden dañar. Por eso, el movimiento más radical y más humano es el de cuidarnos, a nosotros mismos y a los demás. Hay situaciones, como ésta que nos ha tocado vivir, que todavía ponen más de relieve la intemperie, la interdependencia y la necesidad de protegemos unos a otros”.
Pedir visibilidad para las que cuidan, por regla general, inmigrantes, como hacía esta mañana en su artículo dominical, la escritora Elvira Lindo, me parece obligado y trabajar para que esta sociedad les otorgue unas condiciones laborales muy distintas, que encajaría en el cuidado que a todas esas personas debemos por humanismo y elemental justicia. Les dedicaba su artículo con este bellísimo y ajustado título: “Reinas de la invisibilidad”. “Cuidemos a los que nos cuidan es el eslogan más popular en estos días y responde a una necesidad urgente. Pero no solemos ver ni incluir a esas mujeres que acuden a las casas, a menudo, sin estar regulado su trabajo legalmente, y que asisten a los ancianos, cuidan a los niños, limpian o cocinan”, escribe la escritora, añadiendo esa especie de limbo laboral, sin cobrar las horas que habitualmente trabajan de tapadillo. Y uno se pregunta, qué menos, ¿cómo cuidar mejor a quienes cuidan de nosotros, de nuestros padres y abuelos, de nuestros hijos que necesitan de sus servicios y nunca jamás tratarlas como esclavas y mano de obra de hambre y miseria?
El lenguaje nos hace y nos transforma y cada palabra, sobre todo algunas, llevan tal carga de poder transformador que nos empuja a hacerlas nuestras, cultivarlas, mimarlas y agradecidos de que nos ayuden a ser mejor gente. Carol Gilligan, la impulsora de la llamada “ética del cuidado”, habla de un valor tan esencial como la justicia, que ha permanecido invisible durante siglos porque su espacio natural era el de la vida doméstica donde gobernaban las mujeres. ¿No debería la nueva normalidad andar por el camino de los cuidados y de una vida más simple, austera, plena y visible? Bienvenida, por supuesto, esa expresión de especial cariño: “Cuídate”, y ojalá que se quede largo tiempo entre nosotros. Y en estos momentos de crisis económica muy grave y pandemia que no se ha ido: cuídate mucho y cuídanos sin desmayo.
https://youtu.be/1Z7RJOAkXMo Anouar Brahem "Halfaouine" Live at Carthage – 2014. Te sorprenderá gratamente.

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