lunes, 27 de julio de 2020
LECTURA EN LAS ALTURAS
Leer en todo tiempo y lugar. Arriba y abajo. De mañana, tarde, noche y madrugada. En la montaña y en el llano. En el mar y en la playa... y así hasta el infinito. Y hasta en el punto de equilibrio más inestable posible, pero, a pesar de todo, concentradísimos como la joven de esta imagen. Qué gozada tiene que ser poder subir a esas alturas, para volar más alto todavía, que es el fin de toda lectura que se precie, sin darse importancia y olvidarse del ruido del mundanal ruido y concentrarse en lo que merece la pena: la esencia de lo que se está leyendo y dejándose llevar de los vientos favorables de lo que dicta cada página, pero sobre todo de lo que no dice y de lo que a cada cual le sugiere. La imagen tiene su encanto, tanto por los libros del suelo en orden y dispuestos a la batalla, otro reposado y bien abierto en una de las sillas, como los volanderos cual palomas mensajeras surcando los aires y llevando en el pico las buenas noticias y los mensajes más sorprendentes. Aunque el centro de la escena, naturalmente, lo ocupa la señorita, con sus gafas de intelectual fina y severa y lectora empedernida, con muchos toques de quererse a sí misma y agradar a todo el que a su lado pase. Dos buenos principios para ir por la vida, porque en el fondo más profundo se trata de hacer que este mundo sea más hermoso y llevadero...
Nota no tan al margen: 1.- Hablando de lecturas y libros, destaco dos hermosos libros que me leí en el confinamiento. “El infinito en el junco” de Irene Vallejo, lo dije al vuelo de un comentario y lo repito: una obra maestra, y el magnífico “A corazón abierto” de mi querida y admirada Elvira Lindo. Altamente recomendables. Dígase lo mismo de “Sapiens” de Noah Harari que he releído hace unos días y una novelita corta, 60 páginas, nada más, que se lee en el tiempo de un suspiro, del gran Stefan Zweig, “Carta de una desconocida”. Y 2.- Poco antes de la muerte de Juan Marsé leí “Últimas tardes con Teresa”, que era de las pocas de él que me faltaba, gran novela, claro. En breve me pondré a releer “Si te dicen que caí, que leí hace más de 30 años, algunos dicen que la mejor, me pareció maravillosa. Y ya puesto, habrá que seguir releyendo: El embrujo de Shanghai, Rabos de lagartija y Caligrafía de los sueños, que duermen en las estanterías. Adicto que es uno a Marsé. Estoy seguro que no me defraudará. “No ha habido nadie como él”, ha dicho Antonio Muñoz Molina. Sí, Juan Marsé es uno de los grandes, sin lugar a duda alguna.
https://youtu.be/nCwkq8H5YHk Mikel Laboa y Orfeón donostiarra - Txoria Txori La canción, hay montones de versiones, una preciosidad, y la letra, tres breves estrofas, más aún, si cabe. Le debo un artículo.
Publicado por
ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ
en
0:20
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario