miércoles, 22 de julio de 2020

PARA EL DÍA DESPUÉS


Sería bueno, tras esta larga cuarentena, ir preparando la maleta para el primer día que salgamos de ella con plena libertad de movimiento y repasando la lista de lo que haremos, por ejemplo, mi primera visita a la Residencia de Cardenal Marcelo, para ver los destrozos, pero también celebrar con Xoan el primer café o el medio Martini, como todos los martes del curso y, ya puestos, a ver a mis dos hermanas en distintas residencias y sentir con ellas cómo se han salvado de la quema; celebrar por todo lo alto con la Peña de los viernes, cinco parejas amigas, como lo venimos haciendo ya más de treinta años; preparar la estancia, programada antes del encierro, en una Casa Rural del Norte de Palencia con los amigos de Laguna y Boecillo; dar un paseo por la ciudad y entrar en alguna librería para comprar el libro ansiado; aprovecharé que las imágenes y los olores vivos entren por los sentidos; me asomaré al Pisuerga, de paso, por ver si es el mismo aunque en constante renovación, como siempre, y mirar a todos los pájaros para contemplar, que es seguro, cómo han notado el cambio, ellos solos invadiendo la ciudad, detener la mirada con delectación en cuantos transeúntes pasen a mi lado, colegas todos salidos de una batalla que no fue guerra, y volver a casa para encontrarla de nuevo ya sin rejas en las ventanas ni en las puertas y no más salón de baile ni pasillo del circuito de mis andanzas.
Y ponerme ante el ordenador para anotar algunas cuestiones que me llegan a borbotones, tales como:
Tras el tsunami sanitario que nos ha caído, no olvidar el económico que está viniendo sobre los más débiles, como siempre, y atender en consecuencia conforme a nuestras fuerzas.
Todos los gobiernos, ya por fin, no tendrán más remedio que respetar, dotar de generosos presupuestos al I+D+I y dejar que investiguen y hablen quienes dominan el ámbito de la ciencia y sus alrededores.
Y ya, por los siglos de los siglos, acudiremos al lugar adecuado, sabiendo que quienes nos salvan son las vacunas no las peticiones al más allá. ¿No te has detenido a pensar que en la Edad Media, y más acá, cuando las pestes asolaban el mundo se llenaban las iglesias creyendo que eran castigos de los dioses, y en esta última las iglesias se han quedado, como los teatros, los restaurantes..., vacías, vaciadas, y todos nos hemos encerrado en nuestras casas aplaudiendo a los cuidadores y a todos los sanitarios e investigadores sabiendo a ciencia cierta que el milagro está en sus manos? Sí, en la ciencia, definitivamente.
Y temer más al virus del odio, como dice el famoso historiador Noah Harari, que a este coronavirus, porque es peor.
Y esperar con abierta esperanza, porque puede estar llegando un nuevo humanismo, ojalá, en donde el cuidado será uno de los valores resurgentes más valiosos que habrá que cuidar y mimar, como el recuerdo vivo de cuantos se fueron en silencio y solos. Y sin duda: la buena gente seguirá siendo buena gente, y hasta mejor, aleluya, pero advirtiendo de que no todo es oro lo que reluce, y la mala gente, ay, seguirá con su mala uva de siempre.
Y con Rozalén, en su última canción, Aves Enjauladas, te diré: “Cuando salga de esta iré corriendo a buscarte. Te diré con los ojos lo mucho que te echo de menos. Guardaré en un tarrito todos los abrazos, los besos, para cuando se amarre en el alma la pena y el miedo”. No estará de más volver sobre ella, ¡es tan hermosa! Y como ya la saqué hace unas semanas, cambiamos de tercio por esta que no es menos fascinante:
https://youtu.be/NGorjBVag0I Leonard Cohen - Dance Me to the End of Love.

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