lunes, 24 de febrero de 2020

HACER PIS SENTADO


... y quien lo probó lo sabe.
Llevo cinco o seis años con la experiencia a cuestas y no me atrevía a contarla, ¿exceso de pudor?, tal vez sí, hasta que ayer la vi escrita en “El Norte de Castilla”. Era el título de un artículo, firmado por una mujer, Isabel Ibáñez, que dice así: “¡Orine sentado, hombre!” Y no seguí, porque me empecé a reír. Vaya, qué bien, alguien se ha atrevido, y me puse a pensar a solas en un posible artículo, pensado, repensado y dado vueltas de adelante hacia atrás. Porque estos cinco o seis años lo he celebrado como se hace con las cosas grandes y los hallazgos extraordinarios aunque parezcan diminutos e insignificantes. Y no lo son. Aunque todos sabemos que estamos hechos de menudencias a ras del suelo y solo de algunas briznas de estrellas. Pues eso, que estoy la mar de contento de hacerlo sentado y disfrutando de ello, cual niño en un circo; que no me he vuelto a cabrear ni un solo día porque no se ha escapado ninguna gota por el borde de la taza y por el suelo; que no me ha tenido que volver a reñir mi santa, diciéndome que ya me vale, que hay que tener más cuidado, teniendo más razón que una verdadera santa; que por lo que veo somos muy poquitos de esta cofradía de los sentados a la hora de hacer pis; que, y esta es otra, desde entonces, o antes aún, yo, y no porque sea un adalid de la limpieza, me limpio las últimas gotas con papel higiénico, y cuando digo siempre es siempre, porque por mucho que la sacudas, no hay manera, sigue mojada, y por lo que tengo observado no lo hace nadie, y vaya si lo tengo observado: todas las semanas voy tres días al Gimnasio y con frecuencia paso por los lavabos viendo y constatando que soy el único que va preparado de papel para hacer lo propio.
Pero volvamos al asunto central de orinar sentado y preguntémonos a una si no tendrá algo que ver con el machismo propio del macho que llevamos los machos, sacando pecho, tiesos como un ocho, masculinos de pro y lanza en ristre, nada de doblegarse, ni hacerlo como las mujeres todas que se sientan como Dios manda y su instinto sabio les dicta. A mí esa imagen se me quedó muy grabada de niño cuando veía hacerlo a los mayores, porque me daba la sensación de que se sentían felices y orgullosos mirando abajo con admiración, casi seguro, contemplando sus adminículos, y arriba como diciendo: “aquí estoy yo”, para terminar con una buena rúbrica.
Lo posterior encaja en una elemental, sana y limpia costumbre y no llevar largo rato el calzón mojado aunque sea una sola gota que, casi siempre, son más.
Nota no tan al margen: Y ahora sí, escrito lo escrito, leo el artículo mencionado desde principio al final. Qué menos. Y dice algo que yo no sabía: Que ya es una costumbre cada vez más extendida, aunque tengo mis dudas; que todo empezó en Suecia, no hace tanto, en 2012, exactamente, y que ayuda a reducir los problemas de próstata y “contribuye a una vida sexual mejor y más larga”, cosa que no me creo, no hay que pasarse; que en Dusseldorf (Alemania) un tribunal dio la razón a un ciudadano que defendía su derecho a mear erguido, tras haber sido demandado por su casero, que le exigía 1.900 euros por haber dañado el suelo con el ácido de su orina; que... etc. etc.
Pues eso mismo: “Orine sentado, hombre”.
... https://youtu.be/uajZcnXo8aU Natalia Lafurcade y Lo Blondo y Alondra de la Parra

No hay comentarios: