Estoy contigo: No todos los hombres insultan, maltratan, violan, asesinan. Faltaría más. Y estoy de acuerdo: Muchos son maravillosos, educados, sensibles, respetuosos, buenos hijos, ejemplares esposos, estupendos maridos, trabajadores, honrados, pacíficos... y un larguísimo etcétera que podía añadirse a esta lista.
Pero me gustaría que, al menos, me siguieras en mi razonamiento. Los hay que insultan hasta donde no está escrito: “hija-puta, puta de mierda, inútil, mentirosa, mala persona, no haces nada bien...”, y maltratan, agreden, violan y asesinan. Y te diré una cosa, cuando esto sucede me pregunto avergonzado: ¿Qué nos pasa a los hombres? ¿De qué pasta estamos hechos? Porque todos ellos son de los míos, mal que me pese, son de mi estirpe, son mis hermanos, no son de otro planeta, y como nada de lo humano me es ajeno, me siento de alguna manera responsable. Debería salir más a la calle siempre que salen las mujeres, no se las puede dejar solas. Y junto con miles y millones de mujeres y hombres pienso, desde lo más profundo, que si insultan, maltratan, violan y matan a la mujer, lo hacen porque es mujer, porque si no lo fuera, no lo harían, Podríamos llamarlo a eso “alcachofa”, pero ha parecido mejor llamarlo “violencia de género”, que eso es lo que significa: se la mata porque sencillamente es mujer, la creen de su propiedad: “La maté porque era mía”, que es el mayor de los disparates más repugnantes que puede pensarse y hasta decir.
Pudiera suceder que alguien se encontrara con una mala mujer, hija-puta, sucia, mentirosa y ladrona, no todas son santas, eso mismo nos pasa a nosotros, pues me atrevo a decirte que aun en ese caso, en el fondo más profundo de su ser, se encierra una gran dignidad, no es una cucaracha, que debes respetar y no agredir, que debemos respetar y no hacer daño ni siquiera en sueños. El reino de la solidaridad, la compasión, el perdón y la vergüenza al que estamos llamados, con todos los derechos y obligaciones nos obliga a ello. Y nuestro reino es el reino de la libertad, la fraternidad, el territorio del humanismo, la ternura y la delicadeza, frente a la barbarie. “Trátame bien”, es el título de una bellísima canción de Marina Rosell, que le pedí, al final del recital, que nos la cantara, hace años en Urueña, y la cantó.
Te diré más: soy feminista convencido, no hay que andarse con pamplinas en esta cuestión de vida, dignidad y muerte, y he llegado a ello desde que hace cincuenta años leí “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir, que me abrió los sentidos y la mente, creo que para siempre; llegó a ser y sigue siendo la biblia de la igualdad de los sexos y del feminismo, y después me he seguido informando y formándome con lo que vino bajo su luz y bajo su sombra, además de haber estado rodeado de mujeres extraordinarias, espléndidas amigas y alumnas aventajadas en casi todo, lo que me ha ido obligando a comportarme con el mayor de los respetos y admiración, sin creerme por ello un santo, líbreme Dios. Y a esta altura de mi vida agradezco infinitamente ese recorrido a lo largo de estos ya largos años. Naturalmente la lucha no es de mujeres contra hombres. La lucha debe ser de mujeres y hombres contra la desigualdad, las vejaciones y contra toda violencia, venga de donde venga, pero viene del mundo de los hombres mayoritariamente. En España 55 el año 2019, asesinadas; en México, por ejemplo, entre el año 2000 y el 2014 fueron 26.267 mujeres y en Perú solo en 2019: se registran 156 casos. La últimas noticias ya hablan de un mal comienzo de 2020 en España.
¿Cómo no vamos a decir algunos: qué nos pasa, qué nos está pasando? Y ante lo que sigue sucediendo: ¿Cómo no estar contra la violencia de género? Y no me vengas con lo obvio y las ganas de enredar de que no todos los hombres matan, etc, etc., que ya lo sabemos. Y si no ha quedado claro, vuelve a leerlo, gracias.
... Pues eso: Trátame bien. https://youtu.be/iqKssExpT6w.
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